Quienes caminamos por las sendas peatonales del río Yanuncay, observamos que los caudales en este mes de febrero se van incrementando y nuestra preocupación es que se repitan las grandes crecientes de los años 2017 y 2020, con caudales superiores a los 250 m3/s, sembrando pánico, afectando puentes, destruyendo riveras, parques marginales y nuestras camineras.
Estudios rigurosos desarrollados por la Universidad de Cuenca concluyeron que el cambio climático si está afectando las microcuencas del Machángara y Tomebamba, advirtiendo la presencia de períodos de estiaje más frecuentes y caudales extremos para años venideros.
¿Qué se puede hacerse frente a este preocupante panorama especialmente en la subcuenca del Yanuncay con sus crecientes gigantes cada año?
Una primera solución parece clara, cuidar y proteger la cuenca hídrica y potenciar el efecto laminador y de almacenamiento con una represa como lo sostienen todos los especialistas de obras hidráulicas y por nuestra propia experiencia en la cuenca del Machángara con las represas Chanlud y El labrado que garantizan la provisión de agua y laminan los caudales máximos del río evitando las inundaciones.
Ya en el año 1987, es decir hace 34 años, técnicos nacionales y extranjeros precisaron en el río Quingoyacu, cuenca alta del Yanuncay a 3.544 msnm, el sitio ideal para localizar una represa y un embalse con una capacidad para acumular 20 millones de m3 durante el periodo de lluvias que luego serán descargados en estiaje tanto para la planta de agua potable de Sustag, caudales para riego y generación de energía, permitiendo la reducción de avenidas y disminuir los riesgos por las crecidas.
¡Más vale prevenir antes que lamentar! dice el viejo refrán, por ello es urgente iniciar la construcción de tan importante obra al ser de interés colectivo y que generará recursos constantes. Los primeros beneficiarios serán las localidades vecinas. (O)