Cuenca vuelve a estar vacía por la pandemia

Fue una mañana soleada pero vacía, así transcurrió la jornada de ayer en Cuenca con motivo de las restricciones establecidas por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional y el decreto presidencial de estado de excepción.

Las rieles del tranvía estaban abandonadas y el transporte público era nulo. En las primeras horas de la mañana los taxis circularon en las calles y avenidas de la ciudad transportando a quienes, por estar en primera línea, necesitaban dirigirse a sus sitios de trabajo.

Uno de los taxistas que salió a trabajar fue Rómulo Ochoa. “Solo estamos cogiendo carreras por llamadas y por la aplicación” comentó el chofer mientras circulaba por la Avenida de las Américas de camino al Parque Industrial, llevaba como pasajero a un guardia de seguridad.

Conforme pasaron las horas el tránsito fue decayendo, no así los controles que se instalaron en varios puntos de la ciudad.

A pocos metros del redondel de la Feria Libre, bajo un fuerte sol, agentes civiles de la Empresa de Movilidad, Tránsito y Transporte (EMOV) compartían controles con elementos de la Policía Nacional para revisar que nadie incumpla el toque de queda continuo que inició a las 20:00 del viernes y finaliza mañana a las 05:00.

Frente a ellos, una sucursal bancaria permanecía abierta. No era la única, en varios puntos de la ciudad oficinas de entidades financieras abrieron a pesar de que la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) anunció en la jornada previa que solo se prestaría servicios a través de cajeros y canales digitales.

Marina Galarza era una de las pocas clientas que salió de su casa para ir al banco a pesar de las restricciones.

Fue a retirar un giro que le había enviado su hermano desde Estados Unidos. Dijo que su mamá, una adulta mayor, estaba con el virus en casa y necesitaba dinero para comprar medicina, por lo que no tuvo otra opción que salir.

La Policía no la detuvo pese a su incumplimiento del toque de queda pues, según los agentes del orden, “también hay que ver el lado humano de la situación”. Eso sí, le advirtieron de que tan pronto retire el dinero se dirija a su casa y no vuelva a salir.

No todos salieron por una emergencia. En el Parque Calderón dos policías motorizados abordaron a una mujer que se había detenido en su vehículo a comprar un helado. Tampoco fue detenida pero se le advirtió de que estaba cometiendo una ilegalidad. La sanción por su imprudencia pudo ser de uno a tres años de cárcel.

Lejos del centro de la ciudad, en el parque de Los Eucaliptos, adolescentes salieron de sus casas a pasear en bicicleta, otros a caminar por la orilla. Del otro lado del río, el hospital José Carrasco Arteaga del IESS permaneció con las puertas abiertas para recibir a los pacientes del COVID-19, que sigue sin dar tregua.

Cifras del Ministerio de Salud Pública (MSP) dan cuenta de que solo en los últimos 7 días, 581 personas se contagiaron de coronavirus en el Azuay, 417 de ellas en Cuenca. La Coordinación Zonal 6 de Salud recordó que las camas de cuidados intensivos en los hospitales públicos están llenas y en el sector privado son escasas.

El intendente de Policía del Azuay, Jorge Cabrera, recordó que el confinamiento es una medida necesaria para evitar la transmisión del virus y dar un respiro a los servicios de salud. “Debemos ser responsables y colaborar, nadie quiere que mañana sea un ser querido el que esté luchando por su vida en una cama de hospital” dijo la autoridad. (JMM) (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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