Nos han enseñado a decir que no. Que nada vale. Que todo está mal. A tener una mirada contraria. A reclamar, incendiar, herir, criticar y asaltar la razón. El sentido de cooperación, comunidad, unidad y colaboración ha quedado para después y para los anticuados.
Se ha popularizado repetir una mentira, crear infundadas y falsas dudas, una y otra vez, usar cuentas tramposas, engañar con un discurso visceral, hacer cartitas y memes anónimos sin darse cuenta de la responsabilidad penal -real- que aquello traerá. Es decir, nos han acostumbrado a lo líquido y fatuo de creer tener la verdad y poder apuntalar a todos los demás. Apuntalar olvidándose que la pólvora siempre mancha al que dispara.
Se ha perdido el sentido de respeto y entendimiento. No se comprende que el país es como un bus o un avión en cuyo interior está toda la población con sus deseos, ilusiones y sueños esperando llegar a un destino deseado y que el presidente es como el chofer o piloto de aquel, quien tiene a su cargo el llevarnos a sereno y feliz puerto. Si el chofer o piloto se duerme, tendremos un accidente; si al chofer o piloto le va mal, a todos nos irá mal; si no apoyamos al chofer o piloto para que puedan llevar adelante a la población, todos, perderemos. Pues bien, igualito, el Presidente de la República dirige y lleva adelante a la población ecuatoriana.
Hay que apoyar al Presidente. Pero por supuesto. No tiene sentido alguno los miramientos que buscan tropiezos o que en los imaginarios -que no existen- hacen realidades. Se tiene que construir un país del encuentro, pero además de la esperanza y paz. Del sentido de humanidad.
Los seres humanos necesitamos de un orden justo, equilibrado e institucionalidad para dedicarse a una vida productiva para todos. Cuando el ser humano tiene que gastar su energía todo el tiempo por defender su tranquilidad o sus bienes de los gobiernos, no hay precisamente un clima apto para el progreso y desarrollo. La innovación, creatividad y progreso no se presentan cuando la mayor parte del tiempo se dedica a pensar en defender lo propio, sino cuando hay libertad para defender los sueños de todos. Sí. Cuando en vez de golpear, empezamos a construir; cuando en vez de insultar y dividir, nos tomamos en serio al país. Hay que apoyar al nuevo Presidente del Ecuador. (O)
