El mundo que nos revela, en el que habitamos; pero no el que vemos, o no queremos mirar al plano político de su filosofía de los deberes sagrados del hombre con la naturaleza; para consigo mismo y la sociedad en el que nos desenvolvemos. El amor a la creación en su hábitat y el de los animales (incluido el hombre) rayaban en la devoción y el éxtasis; pero descubrir en pleno siglo XXI; que en nuestro país familias enteras en el litoral ecuatoriano subsisten con menos de dos dólares diarios, lo desvelo el actual presidente Lasso, esta afirmación exenta y limpia de toda intencionalidad religiosa-política, sin buscar culpables de aquella situación, no se sabrá con certeza quienes han trabajado para Dios y quienes para el diablo, porque no hay olor más feo como el que despide la bondad corrompida.
El presidente Lasso resolvió tomar partido por sí mismo, por su conciencia, y esperemos que no deje a estas familias, librado al tiempo como su predecesor.
De esta forma, de mirar a su pueblo, se evita rodeos y se va derecho a la verdad, aquí no hay retorica alguna; y por lo visto aquí se desvela la realidad de una sociedad, donde la justicia es una virtud humilde para el pobre, muy por bajo de aquellos que se creen pelucones, o hay por lo menos dos justicias: una pedestre y a ras de tierra; que es exclusiva del pueblo y está cargada de leyes, y que nunca saltan la valla por impuestos que lo rodea; y otra, la de los Señores que es más libre, pues solo lo está vedado lo que no les agrada. Decretándose, contra el que roba un lápiz, grandes y horrendos barrotes… Y los segundos, ociosos como zánganos viven, no solo de los negocios del Estado, viven del trabajo de los Demás, que lo esquilman y engordan sus cuentas en otras sociedades. (O)