Al fin llegó a mis manos el libro, La Innombrable, de Raquel Rodas Morales+. Definitivamente, prefiero el libro impreso y el hechizo de pasar sus hojas, sentir su textura, aromas y esa sucesión de párrafos, renglones y letras contando historias, ilustrando, sugiriendo, involucrando, en fin; disfruté de su lectura, hoja a hoja, suspendiendo a ratos para recordar a la escritora y su tertulia erudita, fecunda y generosa.
Y su lectura rebasó las expectativas, desde luego, porque la biografía de Mercedes Andrade así escrita, así contada; entre semblanza, marco histórico, ficción y el Mito que se construye, abre un abanico de posibilidades narrativas, conceptuales y testimoniales, como esa tradición de grandes -mujeres solas- que alumbraron la ruta de la ciudad entre siglos, como precisaba María Rosa Crespo, refiriéndose a Florencia Astudillo y Hortensia Mata dos matriarcas cuencanas de inicios del siglo XX; la posibilidad de un nuevo enfoque en la comprensión de la historia basada -en la hermandad de la historia con la literatura- en cuanto esta no es lineal y tiene sus curvas, contra curvas, tendencias, géneros, et., como propone Alexandre Kennedy, para la docencia. Porque, más allá del itinerario vital de Mercedes Andrade, la autora describe el escenario histórico de Cuenca, la relación con García Moreno y su trascendencia para la región; la familia Ordóñez Laso y Ordóñez Mata; la Revolución Liberal y la resistencia conservadora; la presencia de la II Misión Geodésica Francesa y del sabio Paul Rivet, su itinerario científico y la influencia en la cultura cuencana.
Todo un período de la historia de Cuenca, de la región y del país, contada en el marco de la vida de la cuencana Mercedes Andrade, visibilizada en la sociedad morlaca por su unión a la familia Ordóñez Mata e invisibilizada, así mismo, tras su fuga a París y matrimonio, en la Ciudad Luz, con Paul Rivet. Madame Rivet, desde entonces, La Innombrable, en la sociedad cuencana. (O)