Hay momentos, periodos, ciclos que me encuentro más atenta, quizás me doy cuenta… esta semana la he sentido así… me ha llamado la atención el tejido femenino que rodea y sostiene mis días, desde mi madre claro, mi hija, mis hermanas de sangre y otras de alma, pero si, además, de esta importante red de mujeres cercanas y queridas es increíble el trabajo y la presencia de otras manos femeninas en mi día a día, en mi cotidianidad, en mi sanación y mejora personal en todos los aspectos de mi vida
Esta semana al escribir mis páginas de la mañana, ritual que me acompaña ya muchos años, pude ver claramente este entramado… durante la semana había compartido y estado con diferentes mujeres en distintas áreas: por recomendación de mi cuñada tuve una cita con una osteópata que me atendió por una molestia en mi pierna, una hora de poner en orden articulaciones y huesos, pero también de compartir información e intereses en común; otro día fuimos con mi hija a un spa capilar, nos recibieron dos mujeres, madre e hija, atendiéndonos maravillosamente, prodigando a nuestros cabellos los cuidados necesarios, si de vez en cuando es bueno muy bueno darse una cita con nuestra vanidad; así también me reuní con una compañera de proyectos y objetivos de vida, una amiga muy querida, me encanto verla; dos mujeres hermosas me visitaron en casa, sensibles, estéticas, inteligentes, claras, así son estas mujeres ¡todas!
Y así siento a este mundo femenino sostenerme, nutrirme, protegerme y cuidarme de mil maneras, como una gran madre con muchas manos, un mundo de femeninas manos: manos que acarician, manos que tejen, que tiran hilos, que forman redes, que siembran, que cocinan, que sanan, que abrazan, que pintan, que danzan, que escriben poesía, manos que acarician, que embellecen, que ofrecen, que crean, que juegan, manos que se dan, que se abren, manos que florecen, ¡manos que sostienen y cuidan la vida! (O)