Las moscas de la fruta son animales sociales que, al ser puestas en aislamiento, comen más y duermen demasiado poco, una situación que puede recordar a los desordenados horarios de sueño y el aumento de peso de algunas personas durante los confinamientos por la pandemia.
Un estudio que publica hoy Nature y firmado por la Universidad Rockefeller señala que basta una semana de cuarentena en un tubo de ensayo para que empiecen a notarse los efectos del aislamiento en las moscas.
La separación crónica del grupo provoca también cambios en la expresión génica y la actividad neuronal de la mosca de la fruta.
«Descubrimos que la soledad tiene consecuencias patológicas, relacionadas con cambios en un pequeño grupo de neuronas, y hemos empezado a entender qué hacen esas neuronas», explicó uno de los autores del informe, Michael W. Young.
La mosca de la fruta (drosophila) es un criatura social, que busca comida y se alimenta en grupos, realiza complejos rituales de apareamiento e incluso se pelean entre ellas. Además duermen 16 horas diarias, repartidas entre una siesta al mediodía y un descanso nocturno completo.
El equipo comparó el comportamiento de las moscas en diferentes situaciones de encierro durante una semana. Las aisladas en grupo, aunque solo fuera de dos ejemplares, no presentaron actitudes anómalas, pero cuando se dejaba a un animal en completa soledad empezaba a comer más y a dormir menos.
Además, descubrió que un pequeño grupo de células cerebrales conocido como neuronas P2 estaba implicado en los cambios observados en la conducta del sueño y en la alimentación.
Al «apagar» esas neuronas, en las moscas aisladas se suprimía la sobrealimentación y se restablecía el sueño; al potenciarlas durante solo un día, los insectos comían y dormían como si hubieran estado solos durante una semana.
El estudio concluyó que la combinación entre la actividad de las neuronas P2 y el aislamiento social hacía que las moscas empezarán a perder el sueño y a comer en exceso.
Muchos animales sociales -desde las moscas de la fruta hasta los humanos- comen más y duermen menos cuando están aislados, y aunque la razón no está clara, Young apunta como posibilidad que el aislamiento social indique un grado de incertidumbre sobre el futuro.
La preparación para los tiempos difíciles puede incluir estar alerta y despierto tan a menudo como sea posible y comer siempre que haya comida disponible, indica un comunicado del centro universitario.
La investigación no puede confirmar que durante los confinamientos por la pandemia las personas comieran más y durmieran menos debido a los mismos mecanismos biológicos que las moscas.
Sin embargo, haber identificado en las moscas las neuronas y genes que responden al aislamiento crónico, futuras investigaciones podrán buscar las conexiones correspondientes entre la soledad, el exceso de comida y el insomnio en los animales de laboratorio y, eventualmente, en los humanos. EFE