No es la primera vez, y seguro no será la última nuestra preocupación sobre la orientación que dan las autoridades para llevar a una sociedad punitiva. El título es aquel que puso Michael Foucault a los cursos que dictó en su país, apuntando a quién sabe que se encuentra vigilado, reproduce por sí mismo que el poder vigilante intenta hacer que se haga, sin necesidad que el poder use la fuerza para el cumplimiento de sus fines: basta el solo hecho de ser vigilado. Pero esto y la fuerza han hecho los autoritarios de derechas, izquierdas o populistas, con rotundo fracaso.
Se dice que la Constitución que hoy nos rige es una de las más densas en articulados, sin ser de lejos la que mejor ha regulado la vida del ser humano en comunidad. Por contra, ha sido violada e interpretada a capricho de los “intelectuales” de la política, del Derecho y de la burocracia. De ahí el clamor de juristas y de la ciudadanía por construir una nueva, con contenido normativo más elaborado que una recapitulación de normas o una montaña de leyes que lo hacen más vulnerable que las otras.
Esta vez no reiteraremos sobre esta prioridad, cuando el presidente ha desoído los consejos de especialistas del Derecho y en breve su popularidad irá en caída, ahora que los pícaros de ayer se unen para disuadir sus tropelías, enlodándola su vida con el escándalo Pandora Papers. Aquello no quiere decir que se deje de investigar cualquier impudicia cometida y que tenga que responder ante la moral pública y las leyes del Estado. Pero sí, estar atentos a fin de no retornar a la misma práctica malsana de vivir de escándalo en escándalo, sin antes resolver las deyecciones de pasado.
Con los hechos sucedidos en los antros de prisión, se ha escuchado dislates que van desde endurecer las sanciones hasta la pena de muerte. Ya el pueblo vive un sistema punitivo de leyes y códigos penales, civiles, administrativos… que lo mantiene en un “panoptismo”, capaz de imponer conductas a la comunidad a partir de la idea de que estamos vigilados. Pero nadie ha abordado al hombre considerado como persona, esto es, como una “unidad humana”, considerándola en sus relaciones con el medio natural y social. Lo que se debe propender es que todo individuo llegue a ser persona, es decir, a ser un ciudadano integrado y ajustado al medio ambiente. (O)