La relación entre el artista español Pablo Picasso y el Museo del Louvre no siempre fue idílica, pero la influencia que ejercieron el uno sobre el otro siempre estuvo viva, desde su primera visita como turista en 1900 hasta su exposición en la Gran Galería en 1971.
La muestra «Les Louvre de Pablo Picasso», que abre al público este miércoles en el Louvre de Lens (Francia), relata el vínculo entre ambos referentes artísticos a través de un recorrido por más de 450 obras y documentos que combinan pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, grabados y fotografías.
«Esta exposición refleja la relación personal y humana entre Picasso y el Louvre, que a veces fue excelente y otras, compleja. Las cartas, publicaciones y artículos de la época muestran cómo en ocasiones el Louvre fue muy crítico y duro con la obra del artista», describe a Efe el comisario de la muestra, Dimitri Salmon.
Picasso (1881-1973), que llegó a París por primera vez con 19 años para visitar la Exposición Universal de 1900, fue retratado entonces en una pintura hecha por su amigo Ramón Casas, que ahora se exhibe en esta exposición.
El artista malagueño aprovechó sus estancias en París para visitar el Louvre, donde descubrió las colecciones de antigüedades egipcias, griegas y romanas que tanto le inspiraron, hasta que en 1904 se instaló definitivamente en la capital francesa.
INCURSIÓN EN EL LOUVRE
La primera vez que un cuadro de Picasso entró en el Louvre fue en 1933, gracias al retrato que hizo de Gustave Coquiot, en el que el crítico de arte aparece encarnado como un personaje lascivo y burlón.
El saqueo y destrucción de arte durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) forman parte de la historia compartida entre Picasso y el museo, ya que las tropas nazis aprovecharon para confiscar obras de coleccionistas judíos, como su pintura «Busto de mujer» (1906-1907).
Durante su vida, Picasso no dejó indiferente a nadie, ya que entabló «amistades estrechas con algunos comisarios, aunque otros detestaron su obra», afirma Marie Lavandier, directora de este centro cultural que coopera con el Louvre de París.
DISCREPANCIAS HACIA SU OBRA
Los documentos muestran cómo los artistas Germain Bazin y René Huyghe le reprocharon la deformación que hacía sobre la figura humana, un elemento de su obra que le sirvió para convertirse en uno de los padres fundadores del cubismo, junto a Georges Braque.
En cambio, con Georges Salles, director del departamento de pintura del Louvre y especialista en artes asiáticos, Picasso tuvo una relación estrecha, pues a lo largo de su vida una veintena de las obras del pintor decoraron las paredes de la oficina del francés.
En 1947, Picasso donó diez de sus obras al Museo Nacional de Arte Moderno, entre ellas «Le Rocking-chair (1943)», lo que le permitió tener su nombre grabado en el mármol de las paredes de la Galería de Apollon del Louvre.
Uno de los momentos más importantes en la historia de esta relación tuvo lugar en 1971 -con motivo de su 90 cumpleaños-, cuando ocho de sus obras se expusieron en la Gran Galería, a petición del antiguo presidente francés Georges Pompidou.
Tras la muerte de Picasso, en 1973, su familia ofreció al Louvre su colección personal, y en los años posteriores se organizaron exposiciones que manifestaron la relación perenne entre el artista y uno de los museos más importantes del mundo, como sucede ahora en «Les Louvre de Pablo Picasso». EFE