Un estudio genético internacional, coliderado por el centro español de investigación CIC bioGUNE y en el que han participado más de 50.000 personas afectadas por el síndrome de intestino irritable (SII), revela una «estrecha relación» entre la salud del cerebro y el intestino, y allana el camino para el desarrollo de nuevos tratamientos.
Los investigadores descubrieron que los síntomas del SII pueden ser causados por los mismos procesos biológicos que afecciones como la ansiedad, según ha informado el centro vasco.
El SII es una dolencia común en todo el mundo que afecta a alrededor de 1 de cada 10 personas, y causa una amplia gama de síntomas que incluyen dolor, distensión abdominal y disfunción intestinal.
El diagnóstico se realiza generalmente después de descartar otras posibles afecciones como la enfermedad de Crohn o el cáncer de intestino.
La enfermedad puede ser a menudo hereditaria y también es más común entre las personas que son propensas a la ansiedad.
Las causas no se entienden bien, pero un equipo internacional, coliderado por investigadores de CIC bioGUNE, identificó varios genes que proporcionan pistas sobre los orígenes del síndrome de intestino irritable.
El equipo de investigación, que incluye a más de 40 instituciones, analizó los datos genéticos de 40.548 pacientes con síndrome de intestino irritable del Biobanco del Reino Unido y 12.852 de la iniciativa Bellygenes, un estudio mundial destinado a identificar genes vinculados al SII coordinado por Mauro D’Amato, profesor de la Fundación Vasca para la Ciencia-Ikerbasque y líder del grupo de Genética Gastrointestinal en CIC bioGUNE, con sede en Vizcaya.
Los resultados del estudio, que será publicado en Nature Genetics, mostraron que, en general, la heredabilidad del SII es baja, lo que «probablemente refleja la importancia de otros factores como la dieta, el estrés y los patrones de comportamiento que también pueden compartirse en el entorno familiar».
Sin embargo, y dado que los síntomas del SII afectan al intestino, los investigadores consideraban factible que los genes asociados con un mayor riesgo de la enfermedad se expresaran en estos órganos, pero encontraron que, en cambio, los genes alterados «se expresan predominantemente en el tejido cerebral o en los nervios dentro del intestino que reciben sus señales del cerebro».
Los investigadores también buscaron la superposición entre la susceptibilidad al SII y otras enfermedades. Encontraron que la misma composición genética que pone a las personas en mayor riesgo de SII aumenta el riesgo de trastornos comunes del estado de ánimo como la ansiedad, la depresión y problemas de tipo neurótico, así como el insomnio.
No obstante, los investigadores enfatizan que esto no significa que la ansiedad cause síntomas de SII o viceversa.
Los tratamientos actuales para el síndrome de intestino irritable varían ampliamente e incluyen cambios en la dieta, medicamentos dirigidos al intestino o al cerebro, o cambios de hábitos.
El estudio apunta a que las terapias que se dirigen a la función neuronal pueden ser una posible vía futura para la investigación.
«Anticipamos que la investigación futura se basará en nuestros descubrimientos, tanto investigando los genes diana identificados, como explorando el riesgo genético compartido entre las condiciones para mejorar la comprensión de las interacciones cerebro-intestino desordenadas que caracterizan el síndrome de intestino irritable», destacó el primer autor del estudio, Chris Eijsbouts.
Esta investigación recibió financiación y apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad (Instituto Salud Carlos III), el Departamento de Salud del Gobierno Vasco y el Consejo Sueco de Investigación (Vetenskapsradet), entre otras entidades. EFE