El país afronta un reto histórico, debido a las múltiples amenazas que ponen en riesgo la paz social.
La crisis económica ha generado un importante descontento social, por su parte, la crisis sanitaria a consecuencia del COVID-19 continua, mientras que a nivel político la pugna entre el Ejecutivo y Legislativo es constante.
Sin embargo, la escalada de actos de violencia en el país y la crisis carcelaria ha puesto de luto al Ecuador, y exigimos respuestas, más que justificaciones.
No obstante, en lugar de buscar soluciones, los ecuatorianos (autoridades y ciudadanos) buscamos culpables, ya sea con el propósito de eludir responsabilidades, o en su defecto, con el fin de ganar tiempo para inventar una respuesta efectiva al conflicto.
Ya tendremos tiempo de identificar a los responsables políticos, por supuesto que es necesario pedir que los funcionarios públicos rindan cuentas, y los mandantes están en todo su derecho; sin embargo, atravesamos momentos críticos, en los cuales la unidad y la construcción de consensos mínimos es fundamental, si queremos salir de esta crisis.
Aunque pueda sonar idílico o romántico es momento de un Ecuador de consensos, no como un slogan publicitario o un mensaje político, sino en la práctica, con un pacto en el que se lleguen a acuerdos mínimos entre el Gobierno nacional, los gobiernos locales, los movimientos sociales, el sector productivo, la sociedad civil organizada, la academia, entre otros, que permitan recuperar la tan ansiada paz social, como un entendimiento básico para el mantenimiento de buenas relaciones, que sean beneficiosas para las partes y para cada uno de los individuos.
Si bien es cierto, no faltarán personajes que quieran aprovechar la situación que atraviesa el país para ahondar el caos, y posterior presentarse como redentores; está es una lucha que solo la podemos afrontarla unidos y bajo un régimen democrático y de respeto al orden constituido. Aún estamos a tiempo para ceder posiciones, construir consensos mínimos, rectificar políticas, cambiar responsables de la política pública y a partir de esa línea base plantear soluciones que permitan recobrar la paz social, o por lo menos impedir que las “crisis” nos lleven a un colapso.