Educar la mente, sin educar el corazón, no es educar en absoluto. (Aristóteles)No es difícil imaginarse que terribles armas se usarían en la tercera guerra mundial si no se la previene; y que significa para el hombre y el medio circundante. Esta “locura política” inherente a la vieja sociedad, locura de la que hablo Marx hace más de 100 años; va llegando a su punto culminante, “después de nosotros el diluvio”.
La historia de la cultura humana nos ha legado ideas llenas de un profundo contenido filosófico sobre el derecho del hombre a la vida, sobre la inadmisibilidad de ensalzar la muerte, y condenar al hombre a la muerte. No, las ideas y acciones de los hombres de este tipo se hallan al margen de lo razonable. ¿Quiénes son?
Son curiosas las palabras de Ray Bradbury sobre los “hombres de otoño”, sembradores del odio, incendiarios y propagandistas de la guerra. ¿De dónde vienen los hombres de otoño? De las cenizas. ¿De dónde aparecen? De la tumba. ¿Es que tienen sangre en las venas? No…Ellos siembran las semillas de confusión en las almas humanas, corroen la carne de la razón. Se entregan con antelación al frenesí, ensombrecen a la luna llena y enturbian el agua cristalina de la fuente. Así son los hombres de otoño. Cuidado con ellos. Los actuales “hombres de otoño” son aquellos que buscan establecer el dominio mundial a través de extender su influencia a todo el mundo.
La humanidad; preocupada por los destinos de la naturaleza y la humanidad: Sí bien a veces por incapacidad o falta de deseo de comprender las verdaderas causas de las guerras, ven en el progreso de la ciencia y la técnica un nuevo monstruo de Frankenstein de la novela de Mary W. Shelley: un ser vivo creado por un genial inventor que devoro a su propio creador. (O)