Esta semana la marcha del paro nacional estuvo encabezada por cientos de mujeres indígenas, valientes, jóvenes y adultas, lideresas, comuneras, fuertes. No es nuevo, así fue en octubre, así fue la primera línea en Chile y Colombia, así es en la vida diaria, ha sido así a lo largo de la historia, las mujeres frentean las luchas sociales, ponen el cuerpo y se fajan por los derechos de todos.
Sin embargo, no vemos todo lo que anteponen para estar ahí, para jugarse por la dignidad de sus pueblos y del bienestar común, estas mujeres se mueven cargando su vida con ellas, cargan sus hijos e hijas, cargan la comida, cargan la rabia de ser ignoradas, de ser discriminadas, de estar abandonadas por el gobierno de turno, de ser las más pobres de entre los pobres, y aún así, resistir y protestar.
Me niego a callar el racismo y la discriminación que borbotea en este contexto socio-político, desde este espacio solo puedo reconocer y valorar a las mujeres de primera línea que hoy pelean también por mí. Ellas al igual que yo solo desean que sus hijos tengan una vida más digna y por eso están ahí. (O)
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