Un puntaje de 4,82 sobre 10 obtiene Ecuador en la lucha contra la corrupción, según el ranking latinoamericano elaborado por el laboratorio de ideas Americas Society/Counsil of the Américas y la consultora Control Risks.
Son los resultados de la cuarta edición del estudio cuyo objetivo es puntuar “a los Estados en función de variables como la independencia de sus instituciones judiciales, la influencia del periodismo de investigación y los recursos dedicados a combatir la corrupción”.
Lo medible guarda relación con la capacidad de cada país para identificar y castigar la corrupción.
Todo cuanto se ha hecho para combatir ese cáncer social resulta poca cosa, si se interpreta a rajatabla tan preocupante calificación.
A nivel de Fiscalía, las investigaciones sobre ciertos casos denunciados, o recibidos desde la Contraloría, se hace un trabajo aceptable, si bien, a veces, se atasca o muere en la administración de Justicia.
Los mecanismos de control fallan; pues la anticultura de la corrupción parece ser el ADN del país.
Contratos otorgados a dedo, compras con sobreprecio, tráfico de influencias, amaños en las licitaciones para favorecer a agnados y cognados, a los mismos de siempre, la “clásica mordida”, conocida como el 10 por ciento, son parte de la falta de transparencia.
Así, cómo el Ecuador no va a obtener tan baja calificación, y más si perdura la “costumbre” de avalar el robo siempre y cuando se hagan las obras. Cunden las mafias. Se afinca el narcotráfico cuyo poder corruptor es letal. Los gobiernos quieren “autofiscalizarse”. En los entes creados para combatir la corrupción se hace todo, menos esto. Con pocas excepciones, el periodismo de investigación tampoco es el “fuerte” en los medios.
Control Risks –según dice- no pretende “avergonzar” a los gobiernos con su informe, pero sí a identificarles dónde y cómo se hacen esfuerzos denodados para la lucha anticorrupción, y cita a Chile y Uruguay como ejemplo.
Pero, sí debemos tener vergüenza ante semejante nota; ¿o no?