De emigrar a emprender, ese es el radical cambio de vida de migrantes ecuatorianos que han retornado de España a su país natal para abrir criaderos de animales, tiendas e incluso una ortopedia con aparatos fabricados en una impresora 3D, gracias al programa de retorno productivo voluntario.
Con la financiación del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno español y también de la Unión Europea (UE), estos ecuatorianos han podido restablecerse en sus lugares de origen con un negocio propio.
Entre ellos está Jenny Gallo, quien junto a sus dos hijas de 12 y 9 años volvió en mayo a Ambato, capital de la provincia de Tungurahua, para abrir una innovadora tienda de instrumentos ortopédicos confeccionados con impresoras 3D, como andadores, prótesis y férulas, tanto para personas como para mascotas.
El síndrome de Delleman que padece su hija, una enfermedad muy rara con apenas 24 casos en niños en todo el mundo, llevó a esta mujer a fabricar ella misma estos objetos, usualmente muy caros.
«Los andadores que hacemos están entre 400 o 500 dólares. Afuera se encuentran entre 1.500 y 2.000 euros», cuenta a Efe Gallo, quien volvió a Ecuador desde Badajoz, donde estuvo un año dedicada a la limpieza de casas y el cuidado de ancianos.
«Pero ya no había trabajo y, como estaba con mis dos niñas, se me complicaba muchísimo», lamenta la mujer, quien además denuncia haber sido víctima de una estafa al adquirir los billetes para retornar a Ecuador.
Tras perder el dinero para regresar, acudió desesperada a la Asociación Rumiñahui, la organización ecuatoriana en España que se encarga de canalizar las solicitudes de las ayudas del programa de retorno productivo voluntario con el apoyo en territorio ecuatoriano de la Fundación Vista Para Todos.
FAMILIAS REUNIDAS DE NUEVO
Mientras, en Cayambe, una población rural al norte de Quito, Ana Gabriela Guaján, de 29 años, alimenta a sus cuyes (conejillos de Indias) en el criadero que ha construido con la ayuda recibida para regresar a Ecuador en marzo desde Pamplona.
Tres años atrás se había instalado en Navarra para estudiar Administración de Empresas, pero tuvo que interrumpir sus estudios cuando le detectaron leucemia, lo que le llevó a un trasplante de médula para salvar su vida.
«Salí airosa. Gracias a Dios estoy con vida y regresé para acá a Ecuador», cuenta a Efe Guaján, que quería estar con su madre en el tiempo que le queda de recuperación.
«Serían unos años más para poder estar ya físicamente y volver a retomar mi vida», añade al señalar que el criadero de cuyes, considerados un manjar en la zona, le permitirá solventar sus gastos de medicinas.
Más al norte, en Otavalo, capital de la provincia de Imbabura, Jessica Rivera, de 27 años, atiende a los clientes que llegan a su tienda de alimentos para animales, abierta en mayo tras llegar desde Madrid junto a su hija recién nacida.
«Me ha venido muy bien porque tengo que pasar la mayor parte del tiempo con ella y no tengo que dejarla en otro sitio para trabajar, además de que va a ser un sustento para ella», afirma Rivera, que pasó tres años en la capital española realizando trabajos de limpieza.
UNA OPORTUNIDAD DE FUTURO
Para Sagrario Salaberri, la consejera de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social de la Embajada de España en Ecuador, los casos de Jenny, Ana y Jessica son «como un símbolo que puede evocar montones de situaciones en las que el retorno ha sido una salida y una importante oportunidad de futuro».
«Volver a tu entorno con un emprendimiento, en el que además tienes independencia y autonomía, es una ayuda y un empujón. Si hay vista en el emprendimiento, puede ser el futuro de toda la familia», destaca a Efe Salaberri.
Si bien el programa se da también en otros países como Colombia o Senegal, el nexo de la Asociación Rumiñahui ha permitido que se beneficien unos 250 ecuatorianos en 15 años, según resalta su presidente, Vladimir Paspuel.
El programa, enfocado en migrantes en situación de vulnerabilidad, costea a cada beneficiario el pasaje aéreo, un bono de 450 euros y hasta 6.000 euros para emprender su negocio, con el compromiso de no retornar a España en un periodo mínimo de tres años.
«Pedimos a la UE aún mayor implicación. No creo que sea válido lanzar a la gente a sus países sin recursos ni dinero. Luego reemigran. Hay que apostar por gente emprendedora como Jenny, Ana y Jessica que tienen ganas de salir adelante, establecerse en Ecuador y tener mucha tranquilidad», concluye Paspuel.
En ello coincide Diego Benítez, presidente de la Fundación Vista Para Todos: «Es otra realidad en el momento que tienen un emprendimiento, y si lo hacen bien, ese emprendimiento les puede durar toda la vida», concluye. EFE