La salida del exministro de Obras Públicas fue “Sin pena ni gloria”. Apenas cuando fue despedido por el Presidente tuvo el valor de decir que no contó con los recursos económicos para hacer algo. Si eso hubiese dicho oportunamente y realizado alguna gestión de importancia la cosa hubiera sido diferente. Los cuencanos ya conocíamos de su incapacidad para hacer alguna obra de significación pues acá se caracterizó por su falta de ejecutorias como Alcalde.
Desde esta misma columna me permití solicitar que su paso por aquella Cartera de Estado debía servir para que deje algo de valor para el Austro, así sean proyectos. Desgraciadamente ahora vemos que, al cabo de 14 meses de gestión, apenas deja palabrería vacía, nada concreto. La postergación del Austro ha permanecido igual que siempre. Las vías en estado desastroso y el exministro dedicado únicamente a quitar la tierra de los deslaves, a tapar baches –importante pero insuficiente- y ninguna obra de envergadura para terminar con el abandono vial. La Girón-Pasaje merecía una programación siquiera de repavimentación. La última, en la época de Correa fue tan mala que, a pesar de que se dijo duraría 50 años y fue muy cara, comenzó a deteriorarse apenas terminada. La solución definitiva para una vía que nos comunique con Guayaquil sigue sin concretarse, ni siquiera se ha concluido los trabajos de intervención en los kilómetros 10 y 49. La ampliación de la vía que nos une a Paute y Gualaceo, otro engaño desde Correa, permanece en el olvido.
Las vías de comunicación con la región oriental, con Limón y con Gualaquiza, no han merecido ninguna atención por parte del exministro de quien esperábamos, ingenuamente, por cierto, que algo hiciera por esta región que además suponemos, es suya también y que por eso debía merecer atención e interés.
No es posible creer que se concrete ningún beneficio para el Austro dentro del plan nacional de vialidad porque, igualmente, falta gestión eficiente e insistente por parte de las demás autoridades provinciales, de la ciudad y de la región quienes, durante la desastrosa gestión de Cabrera, que le valió ser despedido, fueron incapaces de ejercer una valiente presión para que algo hiciera. (O)