El documental sobre Hunter Moore, creador de un sitio web que compartía sin permiso imágenes íntimas de persona para que todos las critiquen, evidencia lo que la exposición, difamación y humillación puede lograr en la psiquis de una persona. Este sitio afectó, sobre todo, a mujeres, provocando daños irreparables. Han pasado años de este caos, cuando el internet no tenía restricciones, sin embargo, el uso de imágenes íntimas sigue siendo un problema.
En el país, miles de mujeres son víctimas de chantaje, difamación y mal uso de las imágenes que compartieron con parejas que decían amarlas o con personas de confianza. Las víctimas de esta violencia desconocen el fin que sus imágenes tuvieron o en dónde están circulando; la Deep Web es otro mundo.
La mayoría desconocemos que el uso y distribución de imágenes íntimas es un delito; hay leyes que nos protegen, es posible acudir a Fiscalía y hacer una denuncia o pedir apoyo a organizaciones como Navegando Libres. Ninguna forma de violencia o abuso sobre nuestros cuerpos debe quedarse en secreto; romper el silencio ante estos actos es urgente. (O)
mi.cordero@sendas.org.ec