En este espacio de opinión comenté hace algunos meses el martirio de los procesos de compras públicas, en los cuales están inmersos los funcionarios públicos, proveedores y demás actores del sistema.
A través del Decreto Ejecutivo No. 458 se emitió el nuevo Reglamento General de la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Contratación Pública con su correspondiente publicación en el RO No.87 del 22 de junio de 2022, mismo que debía entrar en vigor a partir del 20 de julio de 2022, lo cual no ocurrió porque hubo una reforma a la reforma, trasladando su vigencia para el 20 de agosto de 2022.
Lo paradójico del tema, es que 11 días después mediante el Decreto 550 nuevamente se reforma el Reglamento, siendo entonces la tercera modificación al documento. En simple castellano, un mamotreto lleno de ambigüedades, contradicciones, y en ciertos casos inaplicable, que no contiene las resoluciones, a las cuales se puede acceder en la Biblioteca de Resoluciones externas (en este año se han emitido 57) algunas parcialmente vigentes, otras parcialmente derogadas. Una serie de parches, remiendos y telarañas jurídicas inaceptables.
Preguntamos ¿Quiénes asesoran a la presidencia, para que se produzca esta desgracia jurídica y reglamentaria? Varias connotaciones debemos revisar, sobretodo en las disposiciones transitorias: “En el plazo de 180 días contados a partir de la entrada en vigencia, el SERCOP actualizará las herramientas electrónicas” es decir, hasta tanto, ¿los usuarios trabajarían con herramientas desactualizadas?
Cuando se emplea la palabra HASTA en ciertas partes del Reglamento tales como: “hasta que el ente Rector de la Salud cuente con los informes y análisis de costos operativos a los que se refiere el numeral 8 del articulo 189”; o, ”hasta tanto, el Servicio Nacional de Contratación Pública publique los modelos de los documentos precontractuales, contractuales y demás documentación”, le convierten a este reglamento en un globo de ensayo, un experimento, que mortifica y complica aun más, la ya difícil gestión con el intolerable SERCOP, endosando ahora las responsabilidades a las entidades y proveedores.
Señor presidente Lasso, por favor ordene a quienes están al mando del SERCOP y sus técnicos, que tengan un poco de consideración con el país, renuncien y se vayan. El Ecuador moderno al cual aspiramos no se puede quedar en procesos fallidos, o en direccionamientos e insinuaciones de la institución para que las entidades públicas declaren desiertos los procesos. La maraña de las compras públicas terminará matando al país. (O)