Conocida es la historia del matemático inglés Alan Turing (1912-1954) y su contribución a la derrota nazi tras descifrar sus mensajes y desentrañar el sistema de las Enigma, unas máquinas de codificación que todavía se pueden encontrar en museos o incluso en subastas como la de este miércoles en Londres.
Dos modelos alemanes Enigma fabricados en Berlín en 1938 y 1942 serán el plato estrella de un remate de 85 lotes que, dedicados a todo tipo de instrumentos científicos y tecnológicos, acabarán en manos del mejor postor en la casa de pujas Bonhams del distrito londinense de Knightsbridge, situada a pocos metros del lujoso almacén de Harrods.
“Es muy raro encontrar un modelo de cualquier período o en cualquier condición”, apunta en una entrevista a Efe el especialista en instrumentos científicos de Bonhams, Joseph Robson, que estima que hoy en día todavía quedan “probablemente varios centenares” de esas curiosas máquinas de escribir que los nazis usaron tanto para cifrar como descifrar los mensajes.
Valoradas entre 75.000 y 100.000 libras (83.600-111.500 euros aproximadamente), esas dos Enigma Heimsoeth & Rinke se componen de tres rotores, capaces de multiplicar las combinaciones de cifrado para sustituir las letras de un mensaje e incluso reemplazar con dos letras diferentes las dobles -como serían las “LL” o “RR” en la lengua española-, y así evitar posibles deducciones y pistas para los descodificadores.
“De hecho, cada máquina Enigma se entregaba originalmente con cinco rotores, tres para ir en la caja y dos de repuesto, que podrían ser intercambiables entre máquinas”, cuenta Robson. «Nosotros también ofrecemos rotores de repuesto en la subasta», agrega.
Turing
Además, los nazis a menudo cambiaban la configuración de la máquina, por lo que conseguir descifrar el código un día no garantizaba poder volverlo a hacer el siguiente, como muy bien muestra el «biopic» de Alan Turing protagonizada por Benedict Cumberbatch, “The Imitation Game” (2014).
Un sistema aparentemente implacable si no fuera por el revés que dio el padre de la informática que, recluido en Bletchey Park junto con su equipo de descifradores, consiguió construir una máquina para desentrañar los verdaderos mensajes que se escondían detrás de las comunicaciones que interceptaban los Aliados.
Según el experto, al acabar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el por aquel entonces primer ministro británico, Winston Churchill, ordenó que las máquinas Enigma “fueran eliminadas”, mientras que las fuerzas alemanas, por su parte, “hicieron todo lo posible para deshacerse de los modelos y así evitar que fueran capturados por los aliados”.
Sin embargo, las Enigma estaban lejos de extinguirse. Por mucho que a menudo sean convertidas en iconos de la II GM, hay indicios de que se siguieron usando después de la derrota nazi, durante la era de la Guerra Fría.
«Tenemos algunos sellos y evidencia de cableado que sugieren que fueron utilizadas posteriormente por la policía secreta noruega», señala Robson.
Reloj de bolsillo
La subasta también incluye otros aparatos para escribir mensajes encriptados, como un particular aparato parecido a un reloj de bolsillo que se produjo hacia 1933 en Dinamarca, por un valor estimado de entre 8.000 y 12.000 libras (8.900 – 13.400 euros).
«Antes de la Segunda Guerra Mundial, no solo se estaba desarrollando este tipo de material más allá de Alemania, como en América del Sur, sino que también se estaban ideando formas creativas de hacerlo, como esta máquina de cifrado. Cabe en la palma de tu mano como un reloj de bolsillo», muestra Robson.
Las máquinas y aparatos de cifrado ya se desarrollaban a principios del siglo XX para gobiernos y fuerzas armadas por cuestiones de seguridad de información clasificada, pero fue en la Segunda Guerra Mundial y Guerra Fría, cuando estas tecnologías avanzaron de forma exponencial para encubrir comunicaciones y sortear enemigos y espías.
Entre los otros lotes de la subasta, también destacan aparatos tecnológicos como una cámara Nikon 1, fabricada por la firma japonesa Nippon Kogaku de la que solo se produjeron unos centenares de ejemplares entre marzo de 1948 y abril de 1949, con la rúbrica «Hechas en el Japón ocupado» («Made in occupied Japan»), reflejando el estatus de posguerra bajo dominio estadounidense. EFE