Una Iglesia pobre

En sus primeros tiempos como Papa, Francisco dijo: “Quiero una Iglesia pobre dedicada a los pobres”. Evidentemente solo fue una de sus expresiones populistas, dedicadas a la prensa para hacer imagen de su persona y de su papado. Nada ha hecho en ese sentido y él mismo ya ha olvidado una expresión que agradó a la gente que creyó ver “nuevos tiempos”.

¿Cómo es posible que después de su frase, que le valió muchos aplausos, no haya hecho algo para cambiar la situación de desbordante riqueza de la Iglesia mientras la pobreza infamante de la mayoría de seres humanos sigue aumentando? Los Cardenales, que se hacen llamar “príncipes de la Iglesia”, siguen viviendo en palacetes y apartamentos de lujo, que pueden ser causa de envidia de los verdaderos príncipes. Uno de esos de apellido Bertone hizo arreglar su apartamento a un costo de 500.000 euros y puso un equipo de sonido de 30,000 euros a poco de la declaración papal y lo hizo con fondos de la Iglesia. En esos elegantes y ricos lugares muchos reciben a sus amantes masculinos y femeninos (Cf. “Sodoma, poder y escándalo en el vaticano” F. Martel, 2019).

En completa oposición a las enseñanzas de Jesús han construido un imperio de riqueza incalculable, un Banco en el cual se ha lavado dinero de mucha gente, incluida la mafia siciliana.

Tiene una fortuna de miles de millones de dólares, incalculable en realidad, pues solo en propiedades inmobiliarias, bienes históricos y obras de arte hay un monto imposible de precisar. El mensaje de austeridad y pobreza del fundador de la religión fue mutando a una Iglesia con grandes sumas de dinero y lo que muchos consideran ostentación. El concepto de humildad enseñado por Jesús evidentemente no ha sido tomado en cuenta. El filósofo Nietzsche dijo que en toda la historia de la humanidad hubo un solo cristiano: Cristo.

En los siglos XV y XVI la Iglesia perdonaba los pecados a cambio de donaciones de dinero o bienes y así la gente creía ir al cielo. Esa fue una de las fuentes de mayor crecimiento del patrimonio. El Papa Julio II quiso construir la inmensa basílica de San Pedro y vendía indulgencias: pagas una suma de dinero y tus pecados te serán perdonados. En respuesta vino el cisma y se originó el luteranismo. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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