No hay peor dirigente comunitario que aquel que se imagina líder de una gran batalla; racista por excelencia, prejuicioso, lleno de avaricia y arribismo fantasea con que el “pueblo” lo va a acompañar en su aventura. Entonces no intenta el diálogo, impone, ataca o asusta, además de ofrecer pequeñas dádivas, con su mirada por debajo …











