Administrar una ciudad, pero administrarla de manera correcta, ubica en la realidad a los alcaldes; los desobnubila y los pone a escoger entre el aplauso pasajero, quedar bien, conservar simpatías electorales, o tomar decisiones, en algunos casos, drásticas, de alto costo político, ni se diga si son económicas. Si de por medio está el bien …


