Con zapatos prestados, voto ajeno y una, más acertada que cuestionada, administración del Ministerio de Turismo; Niels Olsen se pone el traje, fiado, de Presidente de la Asamblea Nacional y convoca desde un discurso conciliador al ejercicio de un periodo legislativo de diálogo: “estoy aquí para construir, no para dividir”.
Discurso que se contradice con la praxis que evidencia, en principio, al menos, dos cosas peligrosamente claras; la primera que la Asamblea está rota; pero rota en dos “mitades” casi del mismo peso y proporción, con unos pequeños fragmentos móviles que, al menos por hoy (ayer) le dieron al ejecutivo la posibilidad de cercar al legislativo; y, la segunda es que los fragmentos siguen siendo fragmentos y suficientemente pequeños como para que la movilidad de cualquiera de ellos reconfigure las fuerzas dentro del legislativo.
Zapatos prestados, voto ajeno, traje fiado, el reto de Olsen es, primero sostener una complicada alianza, frente a una fuerte resistencia, la sesión del pleno de la Asamblea Nacional trazó una cancha claramente dividida entre dos bloques sin, al menos por ahora, posibilidad de construir un puente o una intersección.
Zapatos prestados, voto ajeno, traje fiado, Olsen es más funcional que autónomo, su capacidad para sostener una agenda legislativa alienada con Carondelet, juego dentro del cual la composición de las comisiones permanentes; especialmente las de Fiscalización y Control Político; Justicia y Estructura del Estado; y, Régimen Económico y Tributario emergen como claves para consolidar el control de la función.
Desde un rol funcional, con zapatos prestados, voto ajeno, traje fiado y la otra mitad en contra, el reto de Olsen consolidar la imagen y gestión de una Asamblea sobre la que pende el nudo gordiano de una posible, esperada y desesperada promesa de Asamblea Constituyente para refundar la patria. (O)