A ver. Esta semana ha estado llena de emociones en la política. Y sí, ya se eligieron a las autoridades en la Asamblea Nacional. Niels Olsen del oficialismo fue designado como presidente del legislativo. Lo acompañan Mónica Mancheno del mismo ADN y Carmen Tuipul de Pachakutik. No hay más ciego que el que no quiere ver. La foto que publicaron en redes dejaba claro el acuerdo entre estas dos bancadas.
El arranque del nuevo periodo en la Asamblea fue medio atropellado. Y no se imaginan por quién. Así es. Le atinó. El correísmo, tan acostumbrado a pasar vergüenzas, armó relajo porque no les dieron participación en la comisión más pepa. El CAL. Vociferaron porque pusieron a Mónica Salazar, quien días atrás se barajó del correísmo porque supuestamente le querían hacer la casita.
Pero eso no es todo. Como no les dieron balón, salieron todos malcriaditos de la sala. Como una señal de protesta. Más que protesta, parece un infantilismo político. Dicen que afecta la democracia que ADN maneje todo. Pero toca revisar un tantito la historia. Ellos tenían presidencia y vicepresidencia. Era todo verde. Campantes decían que el pueblo los eligió y que el resto se vaya por la sombrita. Pregunto. ¿Por qué ahora los lamentos?
Después se preguntan por qué perdieron las elecciones. Pues una de las razones es ese complejo de persecución, odio y sed de venganza. Esos videos amenazantes que anunciaban una cacería de brujas contra quienes piensan distinto les pasó factura. Y peor aún insinuar que se van a enquistar en el poder porque es el único modelo que funciona. En vez de conectar con la gente, los alejaron. Ahí están los más de 12 puntos de diferencia. Y ahora salen con la tinta que salta como pulga de un casillero a otro.
Y ya para rematar, Marcela Aguiñaga dijo ser la oveja negra. No el cantante urbano, sino de la Revolución Ciudadana. Que no agacha la cabeza y que simplemente hay que aceptar los resultados. Que, aunque ganó el contrincante, hay que dejar las divisiones y ponerse a trabajar por los ciudadanos. ¡Ayau! (O)