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Yo quiero ser (“doctor como tú…”), en tiempo de grados, entre sueños e ilusiones; tras la euforia por la meta que se conquista y la nostalgia por la etapa que se cierra; al cruzar el umbral del ‘cole’ atrás van quedando la ´vieja’ de mate, el profe de educa y el teacher de inglés; compañer@s y amig@s, cómplices, secuaces, compinches; historias, y travesuras; aventuras que trasmutan en recuerdos.
Más allá del estudia esto o sigue aquello; más allá de las sugerencias y presiones; más allá de los “de eso no has de vivir” y los “sigue algo que te dé de comer”, más allá de los sueños de mamá y las expectativas de papá; más allá del racimo de opciones y alternativas; más allá de las sugerencias e incluso exigencias; más allá de todos y cada uno; está la decisión que abraza la ilusión del respeto y el apoyo incondicional a la elección.
Y es que creo firmemente que decisión, como la identidad, es personal; nuestra única respuesta es el aliento, el irrenunciable apoyo que impulsa y motiva a seguir adelante, a recorrer, con sus propios pasos, en la construcción de su camino.
Cada “quiero ser” debería encontrar un “y quiero que lo seas, enfila tu carreta y déjame pararme detrás para impulsar tu marcha”; cada “quiero ser” es un canto de ilusión que debería encontrar un eco de esperanza, cada “quiero ser” es un momento de verdad, una oportunidad para decir-haciendo cuentas conmigo, parafraseando a Benedetti, no hasta dos o hasta diez, sino cuentas conmigo. (O)