Nos hacemos está interrogante por la crisis que atraviesa la justicia local y mundial. Crisis que tiene su génesis en la concepción actual de considerar que lo material es más valioso que la vida y que los valores como honestidad, tolerancia, solidaridad, amistad, respeto y más, están dominados por los antivalores. Es oportuno hablar sobre las paradojas que se suceden en este planeta, donde se gastan millones en armas para matar a los humanos, y al mismo tiempo que miles mueren de hambre, frio, falta de atención a enfermos y más males que suenan a injustos. La justicia parece que “ya se ha muerto” para las mayorías, o se ha desvalorizado, tiene pocos dueños, y lo paradójico es que los injustos pregonan la justicia.
En este contexto las interrogantes ¿Cómo está la justicia en la “mitad del mundo” cuando campesinos pobres y manipulados la mayoría, dejando sus pequeñas parcelas y animales, salieron al paro, sin muchas veces conocer los verdaderos intereses e interesados, terminando por poner los muertos y heridos? ¿Cómo será la justicia ante los denominados líderes del paro, cuando ellos “solitos” deciden terminarlo, conociendo que no consiguieron sus objetivos muy personales y que hasta desafiaron al gobierno con solicitudes la mayoría incoherentes e impracticables? ¿La justicia se hará presente para sancionar a algunos militares que no respetaron los derechos humanos? ¿Cumplirá el Gobierno todos sus ofrecimientos o solo serán muestras pasajeras de aprecio en espacios y tiempos de conflicto? ¿Se reconocerá la labor de la prensa o solo se los utilizará de propaganda?
En fin, que injusta que es la vida cuando se suceden hechos como el del reciente 19 de octubre, el robo espectacular, dicen del siglo, como de película, del museo Louvre de Paris, lugar donde se guardan joyas de incalculable valor que honran la historia de un país, pero que no sirven para alimentar a millones de hambrientos, peor para dar paz a millones de seres humanos que se matan muchas veces por satisfacer egos de los que se creen dueños del mundo. Y aquí, seres humanos que no conocen lo que es justicia, al contrario, son estigmatizados por ser campesinos, pobres, de color, siendo históricamente ladeados por mestizos adinerados, con poder, o por los dizques “puros” que viven a expensas del trabajo de los desposeídos y de su dudoso linaje que atrofia o entorpece la mente induciendo a la creencia de que son seres superiores, empero, que todos acabamos con la muerte. ¿Y la justicia… también está muerta? (O)