Hace no muchos años los gualaceños y los visitantes gozábamos de las cristalinas y saludables aguas del río de Gualaceo o “Santa Bárbara”. Recordemos que a nivel del Azuay y de provincias vecinas se les interrogaba a los alumnos: ¿A dónde quieren ir de paseo? La respuesta era a Gualaceo, por su clima, su gente, pero, sobre todo, por su rio y sus orillas con frondosos sauces además de las canoas de un emprender jovial como era Don Carreño. Los años pasan y quizá como pago al desarrollo, pero también a la indolencia de autoridades: hoy la vida del río está que desfallece.
Esta situación nos debe inquietar a todos los gualaceños, y con mayor razón a sus autoridades. La contaminación es cada vez más preocupante, cuando observamos la frecuente y creciente turbiedad de sus aguas y la extinción progresiva de vida acuática; se aprecia una desaparición acelerada de peces y otras formas de vida, el bagre hace rato que “se fue”. El río es fuente de contaminación por desechos humanos y animales, fertilizantes, pesticidas y materia orgánica, y, lo más indignante, es la presencia de residuos tóxicos provenientes de la minería ilegal: plomo, mercurio, manganeso y cianuro que al contaminar el agua hace que no sea apta para el consumo humano.
Ante esta realidad ya no podemos pregonar los baños en el río, pescar en sus cristalinas aguas y, sobre todo, disfrutar de la naturaleza que está contaminada por el accionar del hombre que es el peor enemigo del hombre.
¡Salvemos al Santa Bárbara! Bienvenida la formación de colectivos en defensa del río, sumémonos a las acciones positivas, frenemos la MINERÍA ILEGAL, sobre todo, aguas arriba, despertemos a las autoridades para que salgan del letargo, y asumamos que todos somos parte del problema, pero que también podemos ser parte de las soluciones.
No solo debe ser un desafío para los reconocidos ecologistas, el agua es vida y, por ende, nos compete a todos salvar al Santa Bárbara. ¡Ojalá no sea que!, al final solo nos lamentemos y recordemos que hubo tiempos mejores. (O)










