La Encuesta de Percepción Ciudadana 2025, elaborados por Cuenca Cómo Vamos, evidencian una realidad compleja del sistema educativo.
Los resultados muestran que el acceso y la valoración de la educación en Cuenca están cada vez más condicionados por la capacidad de pago de los hogares, mientras la educación privada gana peso en la percepción ciudadana, tanto en los niveles básicos como en la educación superior.
Educación primaria y secundaria
En educación primaria y secundaria, el 43,9% de los hogares encuestados reporta que alguno de sus miembros estudia actualmente.
De ese grupo, el 51,8% asiste a instituciones privadas, frente a un 48,2% que opta por planteles públicos.
Aunque la diferencia es estrecha, el dato confirma una tendencia: la educación privada ya no es marginal, sino una opción dominante para muchas familias cuencanas.
Para Emily Riera, Coordinadora Nacional de las Comisiones de Desarrollo de las Ciudades Mundiales de Aprendizaje de la UNESCO en Ecuador, esta preferencia responde a factores estructurales.
Entre ellos menciona la seguridad, la enseñanza de idiomas, la educación más personalizada y el seguimiento permanente al estudiante, elementos que —según explica— el sistema público no siempre puede garantizar debido al tamaño de los grupos y a limitaciones administrativas.
“La educación particular es más costosa, pero ofrece mayores niveles de seguridad y una malla curricular integral, lo que a futuro se traduce en mejores oportunidades en el mundo laboral”.
Satisfacción desigual
Educación pública
La brecha se acentúa al analizar los niveles de satisfacción.
En la educación pública, la mayoría de los usuarios se ubica en la categoría de “Algo satisfecho”, mientras que el porcentaje de personas “Muy satisfechas” alcanza su punto más alto en los estratos bajos (43,4%) y cae drásticamente en el nivel socioeconómico alto (23,1%).
Esta relación inversa revela que los sectores con mayores recursos son también los más críticos con la educación pública.
Juan Urdiales, docente de educación pública, atribuye esta percepción a años de recortes presupuestarios, exceso de trámites administrativos y una persistente falta de inversión en infraestructura y tecnología.
“Hoy el profesor debe cumplir con una gran carga de papeleo que en la práctica no aporta al aprendizaje y entorpece el proceso educativo. Además, hay instituciones que ni siquiera cuentan con internet. Eso afecta directamente la calidad y, por supuesto, la percepción de los padres”, explicó.
Educación privada
En contraste, la educación privada registra niveles de satisfacción muy altos y estables.
En todos los estratos sociales, más del 55 % se declara “Muy satisfecho”, llegando incluso al 66,7 % en el nivel medio bajo.
Las cifras nacionales refuerzan el panorama de desigualdad.
Brechas
Según datos del Ministerio de Educación, en el país existen más de 450.000 menores, de entre tres y 17 años, que no asisten a ninguna institución educativa, pese a que el país cuenta con cerca de 16.000 escuelas y colegios.
Aunque la tasa de matrícula bordea el 90 %, con 4’059.952 estudiantes inscritos, el INEC indica que la población total de niños y adolescentes alcanza los 4,5 millones.
Esta brecha evidencia que el acceso a la educación aún no es universal y que, en muchos casos, sigue siendo un privilegio.
Pedro Serrano, docente de Educación General Básica y con una trayectoria de más de 30 años en Pedagogía, indicó que en los estratos bajos la educación pública es la única opción.
“El grado de satisfacción muchas veces depende de que, al menos, exista un lugar donde el niño pueda estudiar. La gratuidad pesa mucho en esa valoración”, sostiene.
Serrano añade que la preferencia por la educación privada también responde a aspiraciones sociales y percepciones de entorno.
“Algunas familias asocian la educación privada con un mejor contexto socioeconómico y buscan que sus hijos se formen entre pares con mayores oportunidades”, explica.
A ello se suma la posibilidad de incorporar actividades extracurriculares y asignaturas complementarias, algo que —advierte— la educación pública no siempre puede ofrecer debido al alto número de estudiantes por aula y a la rigidez del pensum oficial.
El docente también vincula las brechas actuales con los rezagos dejados por la pandemia, cuyos efectos aún persisten.
“Hay estudiantes con falencias en matemáticas, lenguaje y razonamiento lógico porque no desarrollaron completamente estas destrezas durante la educación virtual”, sostiene.
Estas carencias, agrega, se arrastran hasta los niveles superiores y dificultan el acceso y la permanencia en la universidad.
Educación superior: satisfacción alta, pero segmentada
En el nivel universitario, el panorama cambia parcialmente. De los hogares encuestados, el 32% tiene algún miembro estudiando educación superior.
Entre quienes acceden, la percepción es ampliamente positiva. En casi todos los sectores de la ciudad, más del 85% se declara “Algo” o “Muy satisfecho”. Incluso en zonas rurales, los niveles de satisfacción superan el 56%.
Este panorama refuerza el posicionamiento de Cuenca como ciudad universitaria. Además, fue declarada Ciudad Mundial del Aprendizaje en 2024 por la UNESCO.
No obstante, la segmentación vuelve a aparecer. El 55,7 % estudia en universidades privadas, frente a un 44,3% en públicas.
Serrano advierte que la mayor preferencia por universidades privadas no siempre responde a una mejor formación académica, sino a condiciones de acceso, carreras híbridas y permanencia.
“En muchas carreras, la universidad pública mantiene niveles de exigencia más altos y un prestigio consolidado, especialmente en áreas como medicina, arquitectura o ingeniería», indicó.
«Sin embargo, los horarios rígidos y la carga académica de la universidad pública, sumados a la necesidad de trabajar, hacen que muchos jóvenes opten por instituciones privadas, donde el tiempo se vuelve un factor decisivo”, señaló.
A su criterio, la elección entre lo público y lo privado está cada vez más marcada por la posibilidad de sostener los estudios, más que por la calidad del título.
En los niveles socioeconómicos altos solo el 36,4 % se declara “Muy satisfecho” con la educación universitaria pública, frente a un 70,6% en la privada. En contraste, los niveles medio típico y medio bajo valoran mejor a la universidad pública.
Asimismo, Serrano señala que la elección entre universidades públicas y privadas está cada vez más condicionada por la posibilidad de sostener los estudios en el tiempo, debido a factores como la carga académica, los horarios y la necesidad de trabajar, más que por una comparación directa de la calidad de los títulos.
Acceso a educación universitaria
Urdiales advierte que esta brecha también se origina en la preparación previa.
“Cada vez son menos los estudiantes de colegios públicos que logran ingresar a la universidad. Hay vacíos en razonamiento, matemáticas y lenguaje que se arrastran desde la escuela”, advierte.
Más allá de los niveles la satisfacción, los expertos coinciden en que el principal reto del sistema educativo no es la calidad percibida, sino la cobertura y la equidad.
Riera alerta sobre la urgencia de implementar sistemas de información y gestión educativa para contextos de emergencia, en una ciudad vulnerable a crisis climáticas.
“La educación no puede suspenderse. Cuenca no tiene aún un sistema preparado para sostenerla frente a incendios, deslaves o una nueva pandemia”, aseguró.
“La educación pública no satisface las expectativas. Persisten brechas, deserción y falta de sistemas resilientes. Mientras no se priorice presupuesto, calidad e inclusión, la educación seguirá siendo un privilegio para quienes pueden pagarla”.
Los datos muestran que Cuenca enfrenta una crisis de equidad y confianza en el sistema público.
El desafío no pasa solo por ampliar cupos, sino por fortalecer la educación pública, modernizar contenidos, reducir la deserción y garantizar que sea una opción deseada y competitiva, y no una alternativa obligada por la falta de recursos. (PNH)-(I)
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