Las acciones marcarán, en el día a día, el trabajo del Gobierno de Daniel Noboa en su segundo mandato.
No hay tiempo para perder. Los reacomodos en la administración deben, primero no improvisarse; segundo, y es lo más importante, estar acorde con las políticas a implementarse.
El discurso de posesión de Noboa es interpretado de variopinta manera. Huelgan los “análisis”, las “lecturas”.
Empero, el país no puede estar a merced de desmenuzar el trasfondo de la intervención presidencial, cargada, eso sí, de buenas intenciones.
Por consiguiente, en estas semanas, las primeras acciones bien pueden marcar la pauta de a dónde quiere llevar Noboa al país. Así tenga cuatro años por delante, un buen capitán tiene perfectamente trazada, desde el primer día, la ruta por dónde llevará al barco.
El pueblo está atento a las acciones y decisiones. Por ejemplo, en materia de seguridad. Si persiste la misma estrategia, sin ser pesimistas, seguirá la misma tónica. Está entero conocer cómo aterrizará finalmente su propuesta de ley para luchar contra las economías criminales.
Dada la coyuntura política, será aprobada en la Asamblea, con algunos cambios y aportes. La prueba de fuego estará en la Corte Constitucional.
En esa propuesta ha esbozado cómo quiere enfrentar aquel problema, el más temido por los ecuatorianos. Hay voces en contra y a favor. Pero seguir por el mismo camino, reiteramos, no parece ser lo más lógico. El Estado, al borde del abismo, no puede seguir siendo sometido por grupos criminales.
Noboa quiere reactivar la inversión pública, paralizada desde hace más seis años. Bien. Es urgente; pero debe explicar el cómo, de dónde.
Está obligado a trascender. A superar a sus antecesores. A no desalentar a sus votantes, por ejemplo entregando funciones estratégicas como la comunicación a personajes con un pasado ideológico, al cual él, supuestamente combate. Tremenda equivocación de entrada.
Encienda bien las luces presidente. El tiempo corre.
