Ahondamiento de la pobreza

En el Ecuador, la pobreza es otro grave problema social, si bien la mayoría de políticos, por no decir todos, miran a los pobres y a los extremadamente pobres como masas de votantes.

Según el informe Impulsando la Prosperidad; Evaluación de la Pobreza y la Desigualdad en el Ecuador, elaborado por el Banco Mundial, uno de cada 4 ecuatorianos vive en condiciones de pobreza moderada y uno de cada 10 en pobreza extrema.

Y lo más grave: “tres de cada 10 ecuatorianos identificados como vulnerables a la pobreza, se enfrentan a un 50 % de probabilidad de caer en la pobreza en los próximos 2 años o a un 20 % de probabilidad en un año específico”.

En Napo, Pastaza y Orellana, “provincias petroleras”, aquella vulnerabilidad es mayor como lo es en los hogares rurales respecto de los urbanos, y con mayor fuerza en los indígenas.

Las políticas asistencialistas aplicadas por los diversos gobiernos no han dado los resultados esperados. Ni lo darán. Al ser un problema estructural, atávico, afrontarlo no pasa por “bonificar” la pobreza ni implantar programas, algunos hasta con nombres estrambóticos, sino con verdaderas políticas de Estado, procurando un sostenido crecimiento económico, redistribuyendo con equidad y justicia los recursos disponibles, poniendo la mirada en el campo para impulsar la agricultura, una educación de calidad, igual en salud.

Crear fuentes de trabajo es otro deber pendiente del gobierno, como lo fue para sus antecesores, uno de cuyos pilares en la inversión nacional, en especial la extranjera.

Enfocarse solo en los índices macroeconómicos es torear un problema gravísimo como es la pobreza, caldo de cultivo para el reclutamiento de niños y jóvenes por parte de la delincuencia organizada.

He allí un reto para nuestros políticos, no interesa la función, apremiados por buscar el poder total, por disputarse primacías, saldar vendettas o pensar en reelegirse.

REM

REDACCION EL MERCURIO

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