El Gobierno de Daniel Noboa decidió poner fin al subsidio al diésel, vigente desde 1974.
Los diversos gobiernos pretendieron tomar tan drástica decisión política, pero fracasaron en su intento, sea porque jamás la asumieron o habiéndola hecho sucumbieron ante levantamiento de la población, como el ocurrido durante la administración del entonces presidente Guillermo Lasso.
El galón del diésel, según el anuncio oficial, subió de USD 1,80 a USD 2,80 por galón.
Seguramente para evitar la protesta, acordó no elevar el valor de los pasajes. La mayoría del transporte de pasajeros, de carga, y otros, utiliza diésel.
El alza rige desde antenoche y se mantendrá hasta el 11 de diciembre próximo. Luego, como ocurre con los precios de las gasolinas Extra y Ecopaís, regirá un sistema de bandas, con techos de aumentos y reducción según variaciones de los precios internacionales.
La compensación será de entre USD 400 y USD 1.000 mensuales para los transportistas, mientras el Gobierno, con el alza aspira a ahorrarle al Estado USD 1.100 millones anuales.
Sin duda arreciarán las críticas y el anuncio de movilizaciones como ocurrió en el pasado para exigir la derogatoria. Posiblemente haya mayor tensión social, adicional a la existente.
Si no suben los pasajes, el impacto se reflejará en el valor de la canasta básica familiar. Como no hay quien controle, los especuladores harán de las suyas, como siempre ocurre. Los alimentos costarán más. El pueblo indefenso tiene las de perder.
El Gobierno está en ascuas ante el tamaño del déficit fiscal para 2025 (USD 5.624 millones), además de las deudas millonarias a los multilaterales.
También anunció otros bonos, para los agricultores por ejemplo, y la ampliación del de Desarrollo Humano para 55.000 nuevas familias en situación de vulnerabilidad.
El Régimen también justifica su medida, por cuanto sigue el contrabando del diésel, y el subsidio no ha ido a los verdaderamente necesitados.
