El cierre gubernamental más largo en la historia de Estados Unidos fue desgastante: una lucha política sobre el presupuesto en la que todos cantaron victoria mientras ocultaban heridas internas.
La congelación de fondos durante 43 días paralizó a Washington, mientras los republicanos del presidente Donald Trump y los demócratas opositores se enfrascaban en acusaciones mutuas.
¿Quiénes se beneficiaron y quiénes se perjudicaron?
– Demócratas: magullados pero apostando por el mañana –
Sí, los demócratas cedieron. Pero podrían terminar ganando la narrativa.
Con Trump en el poder, la mayoría de los demócratas sabía que nunca iban a conseguir prorrogar los subsidios de salud de la época de la pandemia, que hicieron que el seguro médico fuera asequible para millones de estadounidenses.
Pero lograron poner el foco en un tema que enciende a su base y que pretenden colocar en el centro de las elecciones legislativas del año que viene.
«Esto hará que los republicanos se apresuren a presentar una política de atención médica propia, algo que no han hecho en 15 años», sostiene el analista político Donald Nieman, de la Universidad de Binghamton, en el estado de Nueva York.
– Republicanos: victoria política, derrota de relaciones públicas –
A corto plazo, los republicanos pueden decir que ganaron: evitaron la extensión de los subsidios a la atención médica y sembraron división entre los demócratas.
Mientras deberían estar celebrando los buenos resultados que obtuvieron en recientes elecciones regionales, los demócratas están enfrentándose entre sí y la base progresista reclama a los líderes por haber cedido.
Por eso es de esperarse «que varios demócratas sean desafiados en las primarias por miembros más progresistas del partido», apunta Matthew N. Klink, experto en comunicación política.
Pero el saldo general puede ser un poco más complejo. Las encuestas de opinión pública muestran que los republicanos fueron más responsabilizados por la parálisis presupuestaria que los demócratas.
«Dentro de un año, nadie votará recordando este cierre. Pero sí votará pensando en la asequibilidad», dijo el estratega político Andrew Koneschusky.
«El cierre ayudó a cambiar la narrativa, creando un riesgo político real para los republicanos y dando a los demócratas ímpetu en el tema central» que mueve la política estadounidense en la actualidad, agregó.
– Trump: el arte de no inmutarse –
El presidente estadounidense salió de la pelea como alguien que no se inmuta: dejó que el Congreso asumiera la batalla mientras proyectaba fortaleza ante su base y cuando todo terminó se burló del líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
Schumer «pensó que podía quebrar a los republicanos y los republicanos lo quebraron a él», dijo Trump a Fox News.
Por ahora, Trump se jacta de su triunfo. Pero no tener un plan de atención médica propio podría jugarle en contra en 2026.
Y aunque inicialmente parecía ileso, su aprobación llegó al punto más bajo de su segundo mandato. En las últimas dos semanas cayó más de cinco puntos, hasta el 41,8%, según Decision Desk HQ (DDHQ).
– Los ciudadanos: hartos del circo –
Los empleados federales no recibieron sus cheques de pago, muchos servicios públicos se detuvieron y los votantes recibieron otro recordatorio de la disfunción de Washington.
Los estadounidenses odian los cierres del gobierno, y lo peor es que podrían tener que pasar por todo esto nuevamente en unas pocas semanas.
El Congreso solo se dio hasta el 30 de enero para llegar a un acuerdo sobre la financiación de la mayor parte del gobierno, con lo cual pronto podría haber otro «shutdown».
«Entonces, ¿quién ganó? Nadie», afirmó el medio de comunicación del Congreso Punchbowl News, en un análisis sobre los costos y beneficios del enfrentamiento.
«Este cierre récord fue malo para el país, malo para la economía y especialmente malo para el Congreso como institución», señaló. AFP











