Sorpreeesaaa

Aurelio Maldonado Aguilar

El Ecuador es un país mágico. Las sorpresas que nos damos de tanto en cuanto, son monumentales. Hoy nos venimos a enterar de la forma más simple y distraída que tenemos un vicepresidente de la República que jamás terció en elecciones para este cargo y más bien es conocido por trapacerías y atropellos sin nombre. Para conocerlo bien tendríamos que acordarnos de su figura, rechoncha, mofletuda y su cara de cholo feo de la Amazonía. Como atuendo inocultable y primitivo, su cortada y cerdosa cabellera es coronada por un penacho de plumas de aves que van desde la guacamaya a la pava de monte, algo menos monumental que el penacho de Moctezuma que es retenido en Viena. Con un voluminoso vientre que demuestra buen pasar y sus opíparas comidas que reniegan y contrastan con famélicas figuras de gente de pueblos del oriente. Su camisa y pantalones de marca blasfeman con su anatomía sebosa y parecen decir “mono vestido de seda, mono queda” zapatos finos que se vuelven dilatados por sus pies antiguamente acostumbrados a caminar pati descalzos por andurriales de su comunidad achuar. Si entramos a las páginas de la función judicial con su nombre Jaime Froilán Vargas Vargas, apellidos de rancia alcurnia ibérica, puestos así sin duda porque ni sabe quiénes fueron sus montaraces abuelos, muestran más de una decena de delitos y juicios incluidos de alimentos que florean su página de vida. Pero para que lo descubran mejor y sepan que nuestro nuevo vicepresidente existe, diremos que deben recordar al regordete pintarrajeado que golpeó policías, tomó varias dependencias, casa de cultura, cuarteles militares e instalaciones petroleras, asaltó y despedazó ciudades y quemó contraloría, canales de televisión, etc, ultrajó y secuestró periodistas, policías a los que quitó ropa y zapatos y las mujeres fueron vilmente manoseadas y agredidas. Tienen que recordarlo por innumerables crímenes en el triste paro nacional y como no olvidar el sainete vergonzoso obligando al gobierno a recular para no ser destituido, visto en todo el mundo demostrando que el Ecuador es un triste pasillo manejado por turbas ignaras y emplumadas. No contento con despedazar nuestro país, se siente fuerte y apto como Bolívar contemporáneo, para intentar sembrar caos en Guatemala, de donde y con gran criterio, lo sacaron volando y muy a pesar de que gritaba a las autoridades guatemaltecas, igual que hace aquí con policías de tránsito “soy el vicepresidente y punto. (O)