El drama del contralor

Eliécer Cárdenas E.

OPINIÓN|

_ ¿Qué le pasó a Pablito Celi, se le “chispoteó” cuando pidió el enjuiciamiento y destitución de doña Diana del Consejo Nacional Electoral y sus adherentes, por no obedecerle en cuanto a eliminar algunos movimientos políticos del registro electoral?

_ Ciertamente. Don Pablo debe andar estresado, confundido, malhumorado, con tantas denuncias y pedidos de auditorías que tiene que investigar en estas fechas de pandemia, no solo la del coronavirus, sino de la pandemia de corrupción que ha caído sobre el pobre país, como una nueva y peor plaga.

_ En efecto, el señor Contralor se metió, como se dice “en camisa de once varas”, cuando faltando poquísimos meses para las elecciones, exigió borrar de la lista de partidos y movimientos a los que habían sido legalizados con firmas falsetas.

_ Pero lo de las firmas “chimbas”, no es nada nuevo, y de seguir con la lógica debida la exigencia del señor Contralor, prácticamente no quedaría “títere con cabeza”, o sea no quedaría ningún partido para terciar en las elecciones y se produciría el surrealista y anómalo hecho, único en los anales en la historia política mundial, de que hubiera elecciones sin partidos y por lo tanto sin candidatos.

_ Yo creo que, en esta pandemia y encierro consiguiente, el señor Contralor como buen lector que es, ha leído demasiado a Kafka, y se le ha quedado en la cabeza el absurdo kafkiano.

_ Pero en cambio, los movimientos políticos que iban a desaparecer, tienen líderes, como el señor Rafael Correa, que no han leído a Kafka, sino a Maquiavelo, aunque sea en ediciones reducidas, y así resulta que el Contralor, en vez de utilizar su valioso tiempo en  las auditorías a los corruptos, que abundan por miles en el país, tenga ahora que meterse en una polémica con líderes políticos, duchos en el arte de la confusión, en la cual don Pablo indudablemente sale perdiendo.

_ Seguramente eso le pasó por andar escuchando a esos gabinetes de belleza política teórica, que nunca han ganado una elección y que se refugian en la entelequia de la política sana y perfecta (cosa que no existe ni existirá), de allí que, con ánimo virtuoso, pero pen…i tente, se lanzó a luchar por la eliminación de un grupo de movimientos que no iban a dejarse desaparecer, así como así. (O)