Zonas de frontera

EDITORIAL|

Las acciones desarrolladas en las zonas de frontera – especialmente en los límites con Colombia- dejan en claro una vez más que se trata de territorios en donde la presencia de la narcoguerrila genera un clima de violencia e inseguridad que debe seguir siendo combatido. El secuestro de una mujer, familiar de un conocido deportista que hoy está en el fútbol internacional, fue noticia de primera plana al igual que su rescate, que en buena hora acaba de darse. Pero junto a ese hecho delincuencial hay otros secuestros y extorsiones que se dan diariamente en esas zonas de frontera con gente común y corriente que vive diariamente la tragedia de la violencia generada por las bandas de narcoguerrilleros.

En esa misma zona, así como en algunas de las provincias costaneras, cada semana se descubren numerosas pistas aéreas clandestinas que son usadas para el tráfico internacional de drogas. Según informaciones oficiales, son toneladas de droga las que las autoridades incautan en caletas y escondites cada vez más ingeniosos. Es obvio suponer que, si esas toneladas de droga son incautadas semanalmente, el número de las que salen con rumbo al extranjero es mucho mayor, haciendo de nuestro país un hito clave en el paso de drogas.

La Policía Nacional a través de sus departamentos especializados cumple una notable labor en el combate al narcotráfico y al secuestro. Igual ocurre con Fuerzas Armadas encargada de la vigilancia de las zonas de frontera. En el gobierno anterior se desmanteló una buena parte del sistema de combate a la narcoguerrilla alegando razones de supuesta soberanía. Creció el tráfico de drogas y la guerrilla colombiana usó como territorio propio algunas zonas de frontera. Hoy esa triste realidad muestra sus secuelas. Reforzar la capacidad operativa de las fuerzas del orden para vigilar esas zonas de frontera es fundamental. Pero, sobre todo, atender las múltiples necesidades insatisfechas de los compatriotas que casi totalmente abandonados a su suerte, allí habitan. (O)