Refugios de la pandemia (4)

Jorge Dávila Vázquez

/ Rincón de Cultura 

La escritura ha sido para muchos de nosotros un asilo en medio de las arideces, encierros y aislamientos dolorosos de la pandemia, marcados por las pérdidas, por el llanto, por la nostalgia y los “te acuerdas de…” cargados de evocaciones.

La creación literaria, que permitió al crítico español Carlos Ferrer (Benidorm 1976), un amante del Ecuador y de sus letras, publicar en la Universidad de Zaragoza, en septiembre de 2020, una de las mejores antologías del relato de nuestro país, ECUADOR EN CORTO, con un interesante y sesudo estudio de los 28 autores incluidos en el texto.

Ferrer pone como fecha tope la llamada Generación del 70 y arranca la selección con Marco Antonio Rodríguez, Iván Égüez, Carlos Carrión, Francisco Proaño, Bruno Sáenz, y una buena docena de autores que bordeamos los 75 años; sigue con los más jóvenes, como Raúl Vallejo, Raúl Serrano, Gabriela Alemán, Lucrecia Maldonado , Solange Rodríguez,  y cierra con los más jóvenes como Salvador Izquierdo, Daniela Alcívar, Marcela Rivadeneira, Andrés Cadena o Andrea Armijos.

Quedan fuera Alicia Yánez, Adoum y Donoso Pareja,  entre otros, que pertenecen, evidentemente, a un grupo de transición, y son mayores a los cabezas generacionales del 70 con quince años, por lo menos.

Se evidencia en la selección que en los tres grupos seleccionados hay como tres maneras de enfrentar el mundo narrativo: una cierta cercanía al realismo todavía, aunque ningún desdén hacia lo mágico, lo fantástico y lo poético en el primero;  Una mayor libertad, y un entrañamiento con la fantasía, pero sin desdén por el compromiso y lo próximo, incluso lo histórico, en el segundo, y una preocupación por la autonomía de lo literario en el tercero, rasgos que Ferrer señala, con buen conocimiento del material literario manejado, pero sin fanatismos.

250 páginas de Ecuador para el mundo, que habría que desear circulen en Europa, que sean nuestra carta de presentación,  en un mundo en el que pese a ciertas presunciones y autopublicidades mínimas, no existimos, porque todo gira en torno al ego de unos autores, a veces bastante mediocres, pero endiosados por el sistema del mercado europeo de libro, que para la gran mayoría de los escritores ecuatorianos, sigue siendo un misterio. (O)