El Zar humillado

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs

La resistencia tenaz de Ucrania en contra de la feroz invasión rusa en su territorio, está dando motivos irrefutables para que en Rusia ya se esté pronosticando una era post-Putin. ¡Por fin! La situación empeora día a día para las tropas soviéticas, mientras las tinieblas de la derrota las envuelven. Cuando la crema y nata rusa abra los ojos y vea que la aspiración imperial de Putin no sólo fue un fracaso para él en lo personal, sino también una hecatombe política, moral y económica para su país, incluidos ellos mismos, y empiecen a darle la espalda, entonces su ambición de ser el perpetuo gobernante de Rusia se derrumbará.

Cada vez más soviéticos hablan abiertamente cuestionando las decisiones de Putin, el “Zar Humillado”, desde el inicio de la invasión brutal hasta hoy. Hasta funcionarios políticos se dan permiso para criticar la acometida a Ucrania. En Kiev, el presidente Zelensky quiere que los rusos paguen el costo económico de la reconstrucción de su nación y que los crímenes de guerra sean juzgados. El mandatario ucraniano aspira con todas sus fuerzas a que esto suceda, si finalmente su país recupera todo el territorio que alguna vez perdió a manos de Moscú, no sólo desde el 24 de febrero, día de la invasión, sino desde el 2014, cuando Rusia anexó a Crimea.

El Zar está humillado. Y cuando un personaje poderoso es blanco de una humillación mundial, la sagacidad le abandona y suele cometer errores crasos. Habrá que ver qué decisión tomará para eludir la derrota militar que minuto a minuto engulle su exiguo capital político.

La victoria oficial de Ucrania no sólo provocaría una reacción en cadena descontrolada de Putin, con un final imprevisto. Sino que también podría impactar a China. El presidente chino se prepara para afrontar el congreso del Partido Comunista que definirá su futuro, y un fracaso de su aliado, por quien se jugó abiertamente, lo colocaría en una postura engorrosa.

Entretanto, Putin está cada vez más contrariado por las voces que resuenan en su contra exigiendo su renuncia inminente. Sin embargo, según sus fuentes cercanas, lo que le roba el sueño, el apetito y el deseo de tomarse un buen vodka, es descubrir quiénes conspirarán contra él. Quizá piense que esa confabulación sea el último acto desesperado que pueda impedir, mientras observa, con infinita desesperanza, cómo su plan de un imperio se desvanece en Ucrania. (O)