Cuenca, 202 años de libertad

Cuenca conmemora hoy 202 años de independencia.

A lo largo de este lapso, la capital azuaya ha liderado su propio desarrollo, salvando obstáculos económicos, centralistas, de movilidad terrestre y aérea, de una inequitativa redistribución de los recursos fiscales pese a su alta tributación, de embates naturales, de numerosas ofertas no cumplidas o cumplidas a medias.

Ha crecido su población; igual su perímetro urbano. En los últimos años, la ciudad es un polo de atracción migratoria interna. También acoge a inmigrantes de otros países, sobre todo de los Estados Unidos.

La actividad industrial y la turística, pese los problemas derivados de la pandemia, generan fuentes de trabajo y se empeñan para ser más competitivas.

Pese a la modernidad, persiste la actividad artesanal, uno de los referentes más representativos de la tradición cuencana.

Uno de los motores de su economía son las remesas enviadas por los miles de migrantes, como lo son para los demás cantones azuayos, donde salir del país, así sea en calidad de indocumentado, es parte de un proyecto de vida.

Es inaudito, pero cuando Cuenca cumple 202 años de libertad y ya estamos próximos a consumir el primer cuarto del siglo XXI, aún carece de verdaderas vías para conectarse con el resto del país.

Los diferentes gobiernos ponen una serie de excusas para no atender como se merece Cuenca. Y el actual tendrá las suyas como para ni siquiera llegar hoy a homenajearla. Un tamaño despropósito.

La conmemoración cívica también coincide con momentos políticos en plena marcha. Su desenlace será la elección del nuevo alcalde y concejales.

Debe ser la ocasión para reflexionar a quiénes confiar el destino de Cuenca, carente de liderazgos; ahora víctima de la inseguridad.

Decir eso no es inoportuno. Debe ser, más bien, una obligación ciudadana, parte de la celebración del aniversario de independencia, donde vibran los corazones y se siente a Cuenca como parte de nuestra vitalidad.