¡A la carga veteranos! (II)

David Samaniego Torres

Esta columna, hasta agosto, pretende ser una pulga en la oreja para recordarnos el cumplimiento de nuestras obligaciones cívicas. Hace ocho días me permití esbozar algunas premisas útiles para recordar comportamientos. Concluí mocionando el enrolamiento de los llamados adultos mayores para defender al país en las próximas elecciones seleccionando a ciudadanos aptos para las diversas dignidades. Mencioné además que para el civismo no existe fecha de jubilación, en consecuencia, en agosto todo el ejército de ancianos o gente de la tercera edad, nada despreciable en número, debe estar bien informado y unido para que su voto no se desperdicie.  Es imprescindible ser parte de un ejército de votantes que finalmente comprendimos que el voto responsable es fundamental para evitar riesgos para el futuro del Ecuador y también para robustecer nuestro amor a la patria. Se trata de pasar del querer a la acción porque las circunstancias que nos rodean no se prestan para desestimarlas. Requerimos abundar en razonamientos a fin de que estas ideas y otras similares logren hacer un doble milagro: movilizar a gente mayor que se había ya apartado de las urnas y, de manera especial, tomar conciencia que los enemigos de la patria no juegan, ellos buscan ganar para cobrar venganzas, para evadir a la justicia y para destruir las raíces de nuestra institucionalidad.

Escojamos, luego de certeros análisis e investigaciones al binomio decidido a tomar al toro por los cuernos y hacer que nuestro Ecuador retome los caminos de la decencia; que deseche la corrupción como sistema de trabajo, que busque regenerar instituciones y empezar de nuevo. Si bien nunca fuimos perfectos en las últimas décadas, jamás como hoy habíamos hecho del pillaje una diversión, de la mentira un sistema, del asalto y secuestro profesiones y del futuro un instrumento de perversión de la sociedad.

¿Elegir una Asamblea? Que nos quede de experiencia la reciente, despedida a sus casas por la muerte cruzada, entidad que agrupó a cerca de noventa asambleístas que se granjearon una muerte cruzada luego de pasar a la historia como la entidad de más bajo nivel cívico y moral. A la Asamblea de hoy alguna vez se la conoció como poder legislativo porque se trata de la entidad llamada a elaborar las mejores leyes que obtengan los mejores resultados en el país. ¿Cómo legislar con gente cívicamente analfabeta, corrupta e incapaz? ¡Al pan, pan y al vino vino! (O)