Próximo cierre del aeropuerto

La reconstrucción de la pista del aeropuerto Mariscal Lamar, prevista para finales de 2024, será una moneda de dos caras.

La una, necesaria, urgente, como lo es desde hacía varios años. Permitirá ampliar servicios, entre ellos los vuelos transfronterizos e internacionales, útiles para dinamizar la economía, en especial la ligada al turismo; acortar distancias entre el Austro ecuatoriano y el Perú, y conseguir la certificación internacional del aeropuerto, si bien cumpliendo otros requisitos.

Se invertirá USD 8 millones en la obra. Ejecutarla tomará tres meses. Durante ese lapso se cerrará el aeropuerto. Esta es la otra cara de la moneda.

En nuestro medio, no toda obra pública termina dentro el plazo previsto en el contrato. Suelen surgir los “imprevistos”, entre ellos “el mal tiempo”.

Y este será el deber siempre pendiente de la Corporación Aeroportuaria de Cuenca, ente administrativo del aeropuerto.

De hecho, su director, José Luis Aguilar, habla de buscar mecanismos para reducir el tiempo de ejecución. Para este propósito es necesaria la predisposición de la empresa a contratar. Ojalá sea de Cuenca.

El tiempo de intervención ha sido consensuado con representantes de las aerolíneas y las empresas de turismo local, si bien plantean hacer todo lo posible para acortarlo de 90 a 65 días.

Mientras se ejecuta la obra, desde y hacia Cuenca la movilidad se agravará. Será una circunstancia insalvable. Lo decimos, y todos coincidirán, por el pésimo estado de las vías terrestres.

Ya lo es ahora mismo estando operativo el aeropuerto. Por aquella causa ha crecido la demanda de pasajes aéreos y, contradictoriamente, en varios casos se han elevado los precios, ni siquiera comprables con los vuelos internacionales.

Difícilmente las vías intraprovinciales mejorarán hasta finales de 2024, excepto un milagro.

No quedará sino afrontar la emergencia haciendo las cosas bien, mientras más pronto, mejor. Nos referimos a la pista del aeropuerto.