Los desafíos para Cuenca

Las ciudades experimentan cambios profundos con el pasar de los años, producto de la dinámica social, económica, política, de seguridad, de infraestructura, del crecimiento urbanístico, entre otros factores.

Cuenca no escapa de esas realidades.

La ciudad conmemora este 3 de noviembre 203 años de independencia. Más allá de los festejos, ya no con los ribetes de civismo como en otras épocas, debe ser repensada. En esto su gente ha sido y es visionaria, propositiva, luchadora, anhelante de prepararse en lo académico. Su sector empresarial, aun con los vaivenes, está a la altura de los grandes desafíos.

Bien lo decía Fernando Cordero, mientras alcalde, todo cuanto tiene Cuenca es producto del esfuerzo, tenacidad, contribuciones de sus habitantes, a diferencia del siempre cicatero y centralista Estado.

Cuenca no es la misma de hace dos o una década, ni siquiera del último lustro. Su población es otra, producto de la migración interna, también de la extranjera. En estos casos, como dice la sabiduría popular, “hay de todo”.

El comportamiento humano también ha variado. De la ciudad tranquila, en la cual primaba el buen vecindario, la racional conducción vehicular, el divertimento sin llegar a los extremos, peor abusando de los espacios públicos o el derecho a la paz del otro, se ha pasado al otro lado o estamos próximos.

La heterogeneidad, el cambio de época, o la primacía de una población más joven, no deben estar por encima de la sana convivencia. No implica volver al conventualismo, pero sí respetar y hacer respetar ordenanzas municipales y otras normas.

Cuenca es parte de ola de inseguridad. Una tarea urgente, claro está de la mano del nuevo Gobierno. 

La ciudad merece grandes retos, no para refundarla, sí para marcarle un norte por donde encaminar los desafíos impuestos por la nueva época y las necesidades colectivas.

Esquivarlos no debe estar en los planes de nadie, ni de sus autoridades, ni de sus ciudadanos.