Poder Judicial

José Chalco Salgado @jchalco

            El Poder Judicial atraviesa una crisis que no es menor. Y que, como toda crisis, requiere de serenidad, madurez, experticia y atención. De cumplir y hacer cumplir la Ley.

            Lo primero. Al interior del Poder Judicial siempre hay buenas excepciones y notables. Pero el caso metástasis que lidera la Fiscal General del Estado, muestra que el sistema judicial es permeable para los bandidos y su botín. Hay espacios grises que envuelven complicidad de jueces, fiscales y operadores. Al más alto nivel. Y también al más bajo. En todo espacio. Al punto de existir una lamentable corrupción con toga.

            Haber colocado al Poder Judicial en una encrucijada tan caótica respecto a su institucionalidad -en estos momentos de conflicto armado interno y crisis- por la vanidad de permanencia en cargos de representación, es símbolo de las enormes deficiencias, dificultades y ausencia de las mejores mentes.

            El Código Orgánico de la Función Judicial en su artículo 180 señala las atribuciones del Pleno de la Corte Nacional, las que hacen ver -fehacientemente- que no existe otro órgano o persona que esté por encima de éste para su actuación y autodefinición. Es sustancial al modelo constitucional. Hay que saberlo. Así, la Corte jamás debió llegar a un momento de caos y falta de voluntades jurídicas para cuidar de su institucionalidad. Y es que, la Corte se integra con jueces, que se entiende conocen el Derecho, y no pueden tener perfiles o formas de actuación política. Un tiempo vergonzoso.

            Hoy, como se había advertido por los constitucionalistas serios del país, hay un nuevo presidente temporal de la Corte Nacional. Se lleva adelante el concurso de conjueces temporales y jueces nacionales titulares. El Pleno seguirá funcionando.

Ahora bien, en unos 7 u 8 meses, cuando nuevamente corresponda elegir al presidente titular del órgano, no deben participar -por principio- quienes fueron parte activa de este tiempo de caos (candidatos, confrontadores públicos y precandidatos), sino encontrar un nuevo juez, un outsider de la confrontación, que con personalidad, ética e integridad entienda que representa a la Corte Nacional y no a la directiva del barrio local. A la vez, que los jueces, hablen por sus sentencias y resoluciones, no en entrevistas. Esto último, por principio de todo juzgador. (O)