Análisis político /¿Asistencialismo o justicia?

Marco Salamea

A propósito del ofrecimiento de bonos para las personas sufren diversas formas de exclusión o pobreza, que están realizando los candidatos presidenciales, cabe una reflexión sobre este tipo de asistencialismo y lo significa una verdadera política social.

Esta última consiste en garantizar a las personas un conjunto de derechos sociales, como el empleo, la educación, la salud, la vivienda y la protección social; derechos que garanticen un adecuado nivel de vida para todos los miembros de la sociedad.

Se tratan de derechos cuyo reconocimiento y ejercicio deben ser universales; por lo tanto, están al margen de la discrecionalidad oficial o de un criterio selectivo, para identificar a sus beneficiarios, y de cualquier lógica propia del mercado, donde rige el intercambio dinero-servicios.

Esta visión de los derechos sociales y de la ciudadanía social contradice aquella concepción que se basa predominantemente en la caridad o en el asistencialismo, y no en la redistribución de la riqueza; una concepción para la cual el problema de la pobreza es un asunto individual y no un tema de carácter social y político, cuya superación debería enfrentar la desigualdad social estructural que caracteriza a la sociedad.

En el marco de esa concepción asistencialista cada beneficiario de los “programas sociales” no existe como ciudadano con derechos, que forma organizaciones y participa en la solución de sus problemas, sino como individuo pobre al que hay que socorrer; un individuo diluido en las estadísticas oficiales y que, además, existe muchas veces como cliente político del Gobierno de turno, que lleva adelante los programas sociales a cambio del apoyo o voto de beneficiario; situación esta última conocida conceptualmente como clientelismo político.

Aún más, en América Latina generalmente durante la época del predominio del modelo neoliberal monetarista, los derechos sociales como derechos ciudadanos, y la política social como política redistributiva, han sido reemplazados por los famosos programas sociales “compensatorios y focalizados”; programas que tratan al pobre como pobre y no como ciudadano, y que vendrían a ser el correlato “social” de los también famosos programas de estabilización económica y ajuste estructural. (O)