El país sigue temeroso, aun cuando las fuerzas armadas han recuperado el control de las cárceles, se incautaron 22 toneladas de cocaína listas para ser distribuidas, y las escuelas regresaron a la presencialidad. Pero nos seguimos preguntando ¿es verdad esta densa calma? ¿cuánto tiempo tomará regresar a la calma?
Mientras tanto, dentro de nuestro pequeño y diverso país, aún existen islas de paz, territorios en donde la calma de una vida comunitaria se siente y en donde el toque de queda no se aplica. Sin embargo, la pobreza y el abandono son el pan de cada día.
En el Choco Andino, las comunas rurales básicamente se auto sustentan, la mayoría vive de la agricultura, unas más prósperas viven del turismo, como es el caso de Mindo, sin embargo, casi ninguna recibe los mínimos de atención estatal. No cuentan con servicios básicos efectivos, agua de consumo y saneamiento son una utopía, la conectividad se da gracias a las empresas privadas, no hay servicios de salud integrales 24/7.
En este paraíso, la explotación minera es un medio de vida, la herramienta al progreso, ese ideal para salir de la miseria. Y pese a que la consulta popular ganó, y el Choco no debe ser explotado, hay 12 concesiones mineras ya otorgadas, allí, otra guerra se está desatando silenciosamente, los afectados son la población vulnerable, un paraíso al borde del colapso y la destrucción. (O)