Por fin el Ministerio de Energía se decidió a hablarle con claridad al país respecto del suministro de energía eléctrica.
Durante varias semanas se apalancó en la oscuridad de la frase “desconexiones temporales” para justificar los apagones sin previo aviso.
Dada la sequía prolongada, nadie aceptó esa justificación, más aún si al comenzar marzo de 2024 la Cenace anunció la necesidad de retomar los racionamientos, y la urgencia de incorporar 475 megavatios para enfrentar el déficit.
Se le reclamó transparencia. Una cosa es conocer el horario de los apagones, otra la de provocarlos “a escondidas”.
Desde ayer rigen los horarios. Lamentable por cierto. Como para protestar también. Los cortes tienen su efecto económico y son invaluables.
Aquél es ya un problema crónico. Cada Gobierno le echa la culpa a su antecesor, en vez de asumir responsabilidades y solucionarlo de una vez.
Claro, no es tan fácil. La falta de recursos estatales es una arista. Está vigente la Ley Energética, pero sólo en el papel. No facilita la intervención del sector privado, el único con dinero para hacerlo; además de hacer otros ajustes como la revisión de subsidios y garantizarle la recuperación de las inversiones.
En el programa “Vera a su Manera”, difundido antenoche, profesionales entrevistados revelaron una serie de cortapisas colocadas por “poderes” enquistados en el propio sector eléctrico, en el cual se imponen los mandos medios a través de una cadena de burócratas, cuya postura es impedirlo todo.
Las empresas mineras extranjeras producirían su propia energía, pero, y esto es lo reprochable, con diésel subsidiado por el Estado. Y también les subsidian las tarifas de energía eléctrica. ¿Cómo así?
Ni barcazas, ni motores, cuya compra anunció el Gobierno anterior, no asoman; peor la explotación del campo Amistad, con enemigos dentro por intereses ocultos. Colombia bajó el “brecker” y no vende energía al país. Terrible panorama.