Leche sin leche, pescado sin pescado

Juan Morales Ordóñez

Estos productos biológicos, leche y carne de pescado, resultados de la evolución natural, hoy pueden producirse por medio de la ingeniería biológica. Hay muchas otras aplicaciones de este conocimiento científico. Hasta ahora -porque esta situación va a cambiar- se puede crear vida a partir de la vida, pero con el avance científico se podrá generarla sin depender de células vivas preexistentes.

Las posibilidades del uso de este conocimiento en beneficio de la humanidad son inconmensurables en todos los ámbitos.

Se puede usar organismos modificados genéticamente para remediar contaminaciones como derrames de petróleo, también para producir energía sostenible. En agricultura, es posible generar cultivos más resistentes a enfermedades con la consecuente reducción de pesticidas, además del desarrollo de microorganismos para mejorar la calidad de los suelos. Industrialmente se puede producir plásticos biodegradables, lo que ayudará a superar el grave problema actual que representa ese material contaminante. En medicina los tratamientos del cáncer y de las enfermedades hereditarias, serán mucho más efectivos.

Este inmenso poder que se deriva del conocimiento científico conlleva grandes riesgos éticos, como la equidad en su producción y en su utilización, la dependencia de los países que no tienen ese conocimiento de los que lo generan o su mal uso para fortalecer el control y el dominio del mundo, son algunos de los graves peligros a los cuales la humanidad debe dar respuestas positivas y globales.

En días anteriores, telemáticamente, asistí a una conferencia que dictó una ejecutiva de uno de los laboratorios de biociencia más importantes del mundo, dirigida al grupo de personas que trabajamos en este tema en el seno de la UNESCO. A una pregunta respecto a la ética de la biología sintética, respondió que esa preocupación se resuelve con la aplicación estricta de protocolos para la investigación o regulaciones jurídicas de control y autocontrol, supervisadas por una institucionalidad mundial pública y privada.

Lo pragmático de esa respuesta, asume el respeto irrestricto a la norma, en este caso a los protocolos para la investigación científica. Esta aproximación a la ética es indiscutible, pues lo jurídico es la representación más importante de la voluntad moral colectiva, siendo desde esa perspectiva, el respeto al derecho, la más concreta y elevada forma de la ética aplicada. (O)