No está lejano el día en el cual un ataúd no podrá fabricarse con cuatro tablas, porque, por más “naturaleza muerta” que sea, tiene derecho a no podrirse junto con la carne de los animales humanos, o que creen serlo, simplemente porque, al contrario de los animales no humanos, son bípedos y no cuadrúpedos ni orejones, ni tienen rabo, aunque sí de paja, algunos.
¡Dónde, sino en que el hemiciclo legislativo, en el cual ocurren tantas animaladas y los animales humanos que las cometen no se dan cuenta, pretenden, dizque acatando otras no menos animaladas, que chanchos, cuyes, borregos, chivos, patos, “toros y toras”, pollos y pollas, cangrejos y cangrejas, conchas y conchudos, sean sacrificados previa confesión y autorización notariada con palo santo y soplo divino!
Quieren que la carne, las vísceras, patas y shungos de esos no humanos sean ingeridos por los sí humanos, si es posible, cual anacondas, sin masticarlos, para luego no tener cargo de conciencia ni cobrar diezmos o cambiarse de mesa.
Tales animales, o sea los sí racionalitos, así tengan un centímetro de frente y poca sangre en la cara, están que se desviven para que los no humanos, una vez libreados o faenados no sean exhibidos en frigoríficos y vitrinas de supermercados, peor en las tiendas de barrio, so pena de ser declarados antianimales.
Imagínense a los Morlacos ir al Diez de Agosto y que la “Caserita” ya no arranque un trozo de cuchi hornado para hacerlos probar, simplemente porque el cuchi no humano debe estar camuflado, si es posible ni emanando sus ricuras; o ir donde sea y les sea vedado mirar cómo los cuyes dan la vuelta en los cangadores, igual que los honorables animales humanos dan la vuelta en la legislatura así estén rancios; o que los “Guayacos” renuncien a los cangrejos porque, como los traen y los sacrifican, son torturados; o que los “Chullas” prefieran hojas de yunda que el Yahuarlocro, solo porque la carne podría estar con lágrimas del borrego, su principal ingrediente.
Sólo falta aprobar que los huesos de los animales no humanos, por más sabrosos que estén por lo saladitos y el buen chimichurri, los animales humanos los recojan en cajitas de madera y los incineren; y ellos, los honorables, están dispuestos a convertir sus curules en hornos crematorios para estos casos.
¡Qué tal animalada si a esto le dan el visto bueno, ah! Pero si ya aprobaron la declaratoria para que cierta provincia sea “Capital de la Carne”, si bien no se sabe si es de la carne de animal no humano, la del animal humano u otro humanoide. O sea, ¿qué mismo?
Bueno, ¡allá entre “animales progres”! (O)