No es poca cosa. Es, por el contrario, un tema que reviste la mayor gravedad. Y es que la democracia, tenue muro de cristal que separa las tiranías de los pueblos civilizados, hoy se encuentra bajo asedio. Y lo digo por la desfachatez con la cual se ha descalificado la candidatura de Jan Topic, candidato en ascenso; y se ha suspendido de sus funciones a la vicepresidenta de la república, Verónica Abad, llamada a presidir la nación durante el proceso electoral.
Procesos administrativos forzados a más no poder, audiencias y declaraciones contradictorias que pretenden esconder, entre sofismas y ambigüedades jurídicas, una verdad contundente: la justicia electoral y laboral, decidieron besar el anillo del potentado y allanarse a los apetitos del poder de turno.
Y no, antes de que se lancen acusaciones innecesarias, habrá que aclararlo: no milito en las filas de Topic, ni coincido con la visión política de Abad, pues mi ideología marcha por otros senderos más progresistas. Sin embargo, no se trata aquí de afinidades o antipatías. No son Jan y Verónica, son un candidato electo en primarias por un movimiento político legítimo y una vicepresidenta electa por votación popular. No son personas, son instituciones y principios los que están bajo asedio.
Así que dejemos las cosas claras de una buena vez: la destitución de Topic y la sanción a Verónica Abad constituyen un bochornoso y brutal atentado a la democracia, llevado por la mano de un presidente, hoy en funciones, mañana candidato a la reelección, que ha dejado claro su desprecio a los principios democráticos y el juego limpio. Alguien que prefiere no resolver su reelección por la validez de sus propuestas en la arena electoral, sino, tal como lo hacían los emperadores medievales, anulando a los opositores que no le siguen el juego y eliminando a la competencia antes de competir, para luego no tenerte que medirse sino ante su propia mediocridad.
Mucho ha caminado y ha sufrido este pueblo como para permitirse, nuevamente, la incubación de un tiranuelo en potencia en el escenario político nacional. Somos mejores que eso. Nuestra democracia, por imperfecta que sea, no está para esto… (O)