En las esquinas de todas las ciudades del Ecuador, podemos observar un espectáculo nada agradable como es la presencia semáforos humanos: vendedores, mendigos, minusválidos, enfermos, malabaristas, hombres, mujeres o niños buscan ganarse algunas monedas para subsistir, alimentarse, comprar medicinas o cubrir el costo de algún vicio.
Los gobernantes de todos los países, deberían caminar por las rutas del hambre y los valles de la desgracia de nuestros pueblos, para que observen de cerca la pobreza, que es el INFORTUNIO DEL MUNDO, y ver que lo que llaman civilización, no es más que un espectro entre los numerosos fantasmas de un trágico desengaño.
Es necesario enfrentar con seriedad la injusticia, la desigualdad y la pobreza convertidas en un problema social de grandes proporciones.
La carga que llevan nuestros hermanos por los oscuros senderos del hambre y la miseria, fuera más soportable, si pudieran entender, que lo que les hace permanecer clavados en su cruz, es precisamente, la falta de conocimiento de lo que es la justicia, la verdad, la libertad y la incapacidad para identificar a los FALSOS REDENTORES, algunos de ellos viven cómodamente y cubiertos con ponchos dorados o plumas en sus cabezas.
A la pobreza hay que combatirla con programas de inserción social y capacitación, generando empleo y oportunidades, nunca con dádivas o regalos, que lo único que hacen es eternizar en el poder a los caudillos populistas. La propaganda, crea mundos idealizados e irreales que exaltan únicamente el ego y la vanidad.
El crecimiento económico y la diversificación de la producción, son caminos necesarios que se deben recorrer para combatir el hambre y la miseria; obviamente elevando el nivel educativo de las masas.
Según expertos en desarrollo económico, no ayudan a conseguir este objetivo, los subsidios indiscriminados, ni tampoco funciona un modelo que confía sólo en la inversión pública y obstaculiza la inversión privada.
Un arma indispensable que se debe usar en el combate contra la pobreza es una estrecha colaboración y esfuerzo mancomunado del sector público y privado, dentro de un marco legal de justicia y solidaridad; única forma de lograr un crecimiento económico sostenido.
La alegría de vivir ha desaparecido, la vida actual se ha convertido en una batalla cotidiana por la supervivencia. Vivimos en un mundo donde predominan el Darwinismo social, la corrupción y el autoritarismo.
La piedad y la crueldad luchan en el corazón humano; pero la piedad vencerá a la crueldad porque es divina, y el terror que en esta oscura noche domina al mundo, morirá en soledad al rayar el día de la paz y la justicia. (O)





