Se suponía que el progreso industrial nos facilitaría la vida. Y en algunos sentidos lo ha hecho. Pero es innegable, que dicho “progreso” ha empeorado los problemas ecológicos de la Tierra. El mundo acoge con mucho entusiasmo los inventos, los avances que nos ofrece la industria, pero es precisamente que tanto su producción, como el uso que le damos destruyen los ecosistemas. Así los vehículos, facilitan los viajes. Claro que hay personas que desean regresar a la época de caballos. El transporte moderno ha contribuido, entre otras al calentamiento global, alterando la composición química de la atmosfera al utilizar inventos que arrojan a estos millones de toneladas de gases, que son entre otros los que producen el efecto invernadero que ocasiona el calentamiento de la atmosfera. Algunos científicos creen que en este siglo XXI la temperatura media puede aumentar entre 1.4 y 5.8°C.
A juicio de los científicos, el aumento de las temperaturas incrementara las precipitaciones y las condiciones climáticas extremas. Otros investigadores piensan que los cambios climáticos desencadenaran la propagación de enfermedades. Todo adelanto tecnológico extraña posibles beneficios y riesgos.
Muchos esperan que la tecnología solucione los problemas ecológicos. Así los ambientalistas llevan tiempo condenando el uso de pesticidas. Cuando se produjeron plantas transgénicas, que permitían reducir o eliminar los pesticidas, se creía que había solución…Sin embargo en el caso del maíz transgénico, modificado para controlar el barrenador de los tallos, se descubrió que acababan con las orugas de las mariposas. De modo que la “solución” a veces resulta contraproducente. El hombre, que puso en marcha la rueda, pueda superar el horror del autoesterminio. (O)
